viernes. 29.03.2024

A Juan Carlos Ceballos no se le recuerdan lesiones de larga (ni de corta) duración en su carrera profesional. Es un atleta del balón todavía a sus 34 años. Desde niño ha practicado y sigue practicando las artes marciales como certificado acreditativo de su agilidad y claridad de mente. Su fuerza física le hace poder concebir la esperanza ciega de  rendir en los terrenos de juego por un tiempo que solo él se puede marcar…

A este ‘toro bravo’ de la Zona Franca de Barcelona se le vio en mayo del año pasado marcarse un partidazo en el Mini Estadi, en su tierra, en la vuelta de la eliminatoria de ascenso con el Cartagena, cuyos responsables técnicos han hilado excesivamente fino para llegar al extremo de prescindir de él a los acordes de un musiquilla celestial y muchos adjetivos laudatorios, que se los merecía, para endulzar el agrio trance de la despedida. Bien.

Ceballos quería y quiere jugar. Se ve aún para sudar la camiseta hasta la extenuación al no admitir una retirada prematura. Seguro que no es una postura caprichosa sino lo que le pide el cuerpo y su vocación con el aval de unas condiciones físicas tal vez no valoradas.  El Jumilla le ha tendido la mano y lo normal es que haya acertado para extraer aún el zumo que tiene el defensa con dorsal número 2 que lo da todo.

El jugador que no quería retirarse
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