jueves. 25.04.2024

 En el ‘caso’ del Mundial 82 de Cartagena y la moto vendida de su remodelación (Monje Carrillo presentó una idea ambiciosa, sensacional, abrazada por todos porque era un caramelo que resolvía el problema del fútbol de base en un zona importante de la ciudad,) ha terminado en ser una decepción para la Cartagena del fútbol que vela por la cantera.

La crisis ha sido la primera culpable de la no realización del proyecto. Pero nadie se ha preocupado y ocupado de una solución provisional. Siete años son demasiados años para que el Mundial 82 haya estado y esté siendo utilizado en precario. Menos mal que las lluvias que caen sobre la Cartagena seca vienen de uvas a brevas, pero el peligro de suspensión de los partidos cuando caen cuatro gotas del cielo es real. En este asunto todos han ido lavando las manos como Pilatos. 

La Federación Regional quería ofrecer en bandeja una loable solución y un negocio para la iniciativa privada en tiempo de crisis y nadie apareció con los euros en la mano. Al final, ni solución ni negocio. Los respectivos ediles del ramo desde que se lanzó el proyecto, Alonso Gómez y después Diego Ortega, y supervisando la cosa para hacer bien poco el inoperante José Cabezos, han hecho lo que han podido (casi nada, por no decir nada, salvo consumir horas y más horas en reuniones sin resultado) acaso ante las dificultades de no ser la primera autoridad del municipio una persona que estuviese entusiasmada o enganchada e implicada por la labor en el deporte y  con el problema añadido, que no es poco, de estar supeditada políticamente año tras año  a la central de Murcia y a su presencia parlamentaria en Madrid, por encima de todo.

Tiempo perdido en el Mundial 82, lamentable tiempo perdido y, de rebote, castigo para los niños futbolistas en ciernes de la Barriada San Ginés y de otras zonas próximas.

En Cartagena las construcciones deportivas en las que tiene que ver la Administración Local  y hasta la autonómica, suelen eternizarse: la Piscina Municipal Cubierta de Wssell de Guimbarda, con los socialistas en el Municipio y José Antonio Alonso de alcalde, tardó en ser acabada como las obras de El Escorial. Y hoy colea el Palacio de los Deportes, tema de más de 11 años en candelero, que metido en cualquier Juzgado podría alcanzar los 30.000 folios más de papeleo.

Lo único que se hizo en tiempo y forma (en la etapa del alcalde cantonal Antonio Vallejo,  con ayuda de todos los grupos políticos), fue el estadio municipal Cartagonova. La empresa Saudisa (Continente) estuvo encima para que Ferrovial trabajase sin demoras y tomó medidas... Porque el hipermercado del paseo de Alfonso XIII tenía, en contrapartida, que funcionar  cuanto antes. Naturalmente. / G. J.

Una Barriada ‘castigada
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