sábado. 20.04.2024

La Farola de El Lago: ¡Viva la inocencia!

Siempre, siempre me ha gustado (o me ha salido del alma) ayudar al más débil. Lo digo sin falsa humildad. Recuerdo que, en mi niñez, cuando los chavales medíamos a pasos quién elegía a “quién” para que formara parte de tu equipo, y enfrentarnos a los otros chavales. Servidor (pese a que llegué a muy poco en el fútbol) por jugar mejor que otros, tenía la potestad de poder elegir a los que estarían a mi lado. Pues bien, les aseguro, ¡les doy mi palabra de honor! de que siempre elegía el primero al que todos consideraban el mas “torpe” o más “simple”, y lo hacía porque quería protegerle, y que le subiera la moral al chaval tantas veces humillado. Todos sabemos de la “crueldad” irreflexiva de la infancia.

Empiezo esta “Farola” hablando en primera persona, porque deseo hacer una pequeña “semblanza” de personajes que, a lo largo de mi vida en el plano deportivo me he ido encontrando. Personajes populares por una sola razón, por ser “diferentes”, por ser “puros”, y sobre todo…por ser inocentes. Es imprescindible (no me queda otra) que, para hablar de temas que he vivido con intensidad, y que “almaceno” en mis recuerdos, les traslade a través de mis artículos a otros tiempos, frescos en mi memoria, pero que… para las generaciones actuales pueden parecer “antediluvianas”.

En nuestra ciudad, Cartagena España, hace cuarenta años, (antes de ayer) solo disponíamos de la Cruz Roja y la Casa de Socorro de la calle Real, esquina con Castellini. A veces me pregunto, ¿es que no nos damos cuenta del enorme avance que ha sufrido la sanidad en un periodo tan corto?. Bueno… ¿veis? ya empiezo a apartarme del tema del que quiero hablar, siempre me ocurre. Lo retomo. Pues en esos años, los sesenta, los setenta e incluso los ochenta. Precisamente por la escasez hospitalaria de la que hablo, algunos de esos personajes, que “deambulaban” por nuestra ciudad, se hicieron tremendamente populares por su dedicación “sin límites” a ensalzar el deporte rey “El Fútbol. Es cierto que a muchas “personas” estas “criaturas” les provocaban hilaridad, e incluso hacían “escarnio” de ellas. Afortunadamente a otros muchos (entre los que creo encontrarme) nos producían ternura, y deseo de ayudarles en todo lo que pudiéramos. En otros artículos, he escrito sobre estos personajes populares, pero lamentablemente se han perdido en la “nube” de internet, y solo aparecen en mi ordenador. Por ello, y como consecuencia de que estos días, me estoy “hinchando” a leer periódicos y “gacetas” deportivas de hace muchos años, me han venido a la memoria “aconteceres” en los que estas “criaturas inocentes” han estado presentes, disfrutando y sufriendo los “avatares” de su equipo. En este artículo, voy a escribir un poco de tres de ellos, posiblemente sean de los más conocidos en el ámbito deportivo.

El primero al que me refiero es Antonio Caballero Gil “El Gramola”, a este hombre ya le dediqué una de mis “Farolas del Lago”, pero como con el paso del tiempo, me vuelvo más “añorante”, pues… quiero recordar algunas de las “peripecias” que me ocurrieron con él. Era Antonio “El Gramola” una persona muy querida en toda la ciudad, fíjense que a pesar de no ver apenas nada (tenía que acercarse la lectura hasta casi tocar la nariz) hizo el servicio militar, parece increíble, ¡pero lo hizo!. Ahí fue cuando yo le conocí, pues como era tan aficionado al fútbol nos seguía a todos lados, incluso vestido de soldado. Una vez que terminó el servicio militar se dedicó a vender cupones de “La Casa del Niño” y posteriormente de la ONCE, y décimos de lotería, que voceaba por la ciudad, con su voz tremendamente fuerte y cavernosa, que le valió el apelativo de “El Gramola”. Tenía dos amores “su vieja” que era la mujer que lo crío, y el Valencia C.F. cuando alguien quería zaherirle, le decían gritando "¡Gramoooola la muerte del Valencia! "Antonio cambiaba su carácter pacífico y se transformaba totalmente, contestando con su vozarrón, ¡cabróooon, ojalá le salga a tu padre un cáncer en la punta el pijo!. Su amor por el fútbol era infinito.

Llevaba siempre su transistor pegado a la oreja, enterándose de las noticias deportivas. Por entonces, yo jugaba con la Deportiva Minera y me pedía con frecuencia que le llevara a “El Llano” a ver los entrenamientos, naturalmente que me lo llevaba, me hacía ilusión que este hombre se sintiera feliz. Un día íbamos a jugar a Orihuela y me pidió venir con nosotros, solicité permiso y se vino contentísimo. Jugamos el partido que había sido muy duro y empatamos, Iniciamos la vuelta a casa y de pronto cuando llevábamos unos kilómetros, me doy cuenta que no está el Gramola. Lleno de apuro pido por favor que vuelva el autobús, y cuando llegamos ahí estaba el pobre Gramola, llorando y abrazándome, y yo llorando también le pedí perdón. Y seguí siendo su amigo Loren (como él decía). Murió Antonio El Gramola el 19 de agosto de 1970. Le recuerdo, y mentalmente lloro.

Antonio El Aspirina, lamentablemente aunque le conocí, solo puedo decir su “apodo” pues no me pude enterar de sus apellidos. Era un hombre pequeño, encorvado con la nariz siempre roja y lacrimosa, y siempre resfriado, de ahí viene el nombre de Aspirina. Tenía unos cuarenta años y trabajaba de barrendero en el Ayuntamiento, llevaba una enorme escoba, más alta que él, y con ella barría la ciudad de punta a cabo. Era devoto hasta el “atosigamiento” de un futbolista del Cartagena llamado Coves. Le seguía a todos lados y además el más fervoroso seguidor del Cartagena. Siempre iba rodeado de niños, que no le insultaban, a lo más que llagaban, era a gritarle Aspiriiiiiinaaa. Era la inocencia personificada. También tengo un recuerdo para este hombre. Y por último, el más reciente, y yo creo de los más populares. Claudio Sánchez Gallego “El Abute”, fue el forofo más “enfervorizado” del Cartagena. Enloquecía con sus triunfos. Se hizo enormemente “famoso en nuestra ciudad, junto con su fiel perrita “Linda” de color blanquinegro. Los días de partido (con permiso de Juan Buendía, Delegado del equipo), saltaba al césped del Almarjal en los descansos, vestido con la elástica del Cartagena, con un balón de plástico y a su lado su perrica Linda, ponía el balón en el punto de penalti, y coreado por toda la grada empezaba a disparar. Cuando marcaba enloquecía, y se daba volteretas sobre el césped, y a su lado su perrita saltaba tan contenta como él. Este hombre, lamentablemente sí tuvo una muerte trágica que, nos llenó de dolor a todos los que le conocíamos. Falleció junto a su fiel perrita, en Abril de 1980, en un incendio que se produjo mientras dormía en su vivienda. Y además se vio privado de disfrutar del ascenso a Segunda división en ese año, de su querido Cartagena.

 En fin amigos lectores, me he permitido volver a recordar a estas personas, “puras, inocentes y buenas” que, en una época difícil, encontraron su consuelo en una cosa tan simple, pero tan bonita como el fútbol.

Os deseo a todos que os vaya bien en este 2018 que empieza. Un abrazo

La Farola de El Lago: ¡Viva la inocencia!
Comentarios