sábado. 20.04.2024

Refuerzos de invierno, ¿sí o no?

No tengo micrófonos en los despachos del FC Cartagena, ni me han pasado grabaciones de las conversaciones de Belmonte y Breis, juntos o por separado, sobre lo que piensan, han pensado o podrán pensar acerca del tema que siempre se pone de moda cuando va a comenzar diciembre, con vigencia durante todo en enero: los fichajes de invierno. Ese mercado tan manido que viene a ser un trasiego de futbolistas de un lado hacia otro. De momento, y es una buena señal, el tema no levanta pasiones, ni polémicas, ni nada de nada en la Cartagena que habla de fútbol mucho más que hace tres años, por ejemplo, porque a la Efesemanía le han inyectado fe en vena.

Pero un día que los de la prensa no tengamos nada nuevo que decir, ya veremos como comenzamos a dar nombres rumorologistas de propios jugadores llamados por otros equipos o a la inversa. Los agentes de futbolistas no pueden quedar inactivos. Por ahora el Cartagena no parece ser un club vendedor; en todo caso -por solvencia alcanzada en la etapa reciente- podría ser fácilmente comprador, sin pasarse de rosca. Con pausa y serenidad, no como parece se va a mover el Lorca fichando de cuatro en cuatro para acabar con algunos desajustes en su ya de por sí extraordinaria plantilla. Pocos agujeros tiene que tapar Julio Algar, aunque JIM (Juan Ignacio Martínez, según fue bautizado por Manuel Ángel Balaguer hace casi una década) brujulea como asesor de Xu Genbao para dotar de tinte perfeccionista el devenir del equipo lorquino.

Con las manos puestas en sentido figurado en la Biblia o en el libro de la Constitución, yendo el equipo de Monteagudo como va, líder con todos los honores y con intención de sostenerse, y funcionando como funciona, a mí no se me ocurre pensar en refuerzos a día de la fecha. Sí firmaría el periodista la congelación del número de lesiones, que no han sido excesivas, toquemos madera, y en la recuperación del sub 23 del Almería, Miguel Guirao, quien una tarde veraniega de partido de entrenamiento en La Manga Club se lesionó de larga duración a las primeras de cambio. Podría ser el único refuerzo. Una recuperación para aportar.

El mercado que se abre en enero es un tema vidrioso en el régimen interno de la mayoría de clubes

El mejor refuerzo albinegro sería mantener en forma, contentos y armónicos a los componentes del grupo humano que ya funciona. Que los que a veces juegan a medio gas puedan prosperar y los más regulares sigan en esa línea. 'Mirlos blancos' los hay por ahí, dentro o fuera del mercado invernal, pero no demasiados y ninguno puede garantizar rendimientos superiores. El mercado que se abre en enero es un tema vidrioso en el régimen interno de la mayoría de clubes y el Cartagena no queda exento solo por ser guapo y apuesto. No es inmune a un cambio de clima en el vestuario, por la entrada de nuevos compañeros. Lo que funciona bien no se toca. Dicho queda sin ánimo de pontificar, aunque es evidente que el club es muy libre de abordar la situación con arreglo a sus intereses y de acuerdo con una estrategia estudiada.

Dejo aquí una breve historia de la etapa del fútbol en la que, sin existir mercados de invierno ni sucedáneos, ni coach, ni estudiosos a fondo de rendimientos, a finales de los años 50, los equipos fichaban cuando querían y lo que podían. Y al Cartagena, denominado entonces UD Cartagenera, al entonces presidente doctor Ángel Abengochea Larraz se le ocurrió contratar a Pepe Parra, internacional español en el Mundial de Río de Janeiro en 1950, con la Liga de tercera en marcha. Era defensa central de alto nivel del RCD Español, pero su llegada al equipo no fue demasiado bien recibida -en lo deportivo- por componentes de la propia plantilla blanquinegra. Parra era una persona de exquisita educación y aguantó el rechazo. No se consiguieron los objetivos y la directiva de Abengochea tuvo que pagar 400.000 pesetas por temporada y media, el techo de la cotización de futbolistas del Almarjal en todo el siglo XX.

Entonces se hablaba de un cierto boicot que tuvo que soportar Parra, debutante con la camiseta de 'la cebra' en la salida a Cieza, con derrota por 3-1 en un desastroso partido que presencié, y en un campo de tierra de albero. En la Avenida del Caudillo, junto a la plaza de Toros de la ciudad de las aceitunas - antes de que el lanzamiento de sus huesos sirviesen para competir-  y del esparto. Parra estaba acostumbrado a jugar en el terreno alfombra de Sarriá, cerca de la Diagonal barcelonesa, antes y después de triunfar en Maracaná ante Inglaterra con el gol de Telmo Zarra, el vasco que las enganchaba todas de cabeza.

Refuerzos de invierno, ¿sí o no?
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