jueves. 28.03.2024

¡¡Están locos estos cartageneros!!

Es lo que diría el amigo Obélix si viviera en nuestra bella ciudad. Y portaría un menhir de mayor tamaño que el que le suele acompañar habitualmente, aunque no se habría caído en una marmita de poción mágica. Ni existe ni existirá. Salió el equipo sin referentes para apuntar desde la grada: ni Limones ni Arturo. Tan extraño acontecimiento llevaba a pensar que le tocaría a Sergio García, pero tampoco ocurrió. En la primera parte lo colocó el entrenador de segundo punta y apenas participó en el juego. El juego era soso y el equipo acusaba nervios y tensión. La alegría y el toque de balón brillaban por su ausencia en la soleada tarde cartagenera. Se esperaba más, mucho más. Se esperaba el buen juego que nos suele ofrecer el equipo pero que parece que a muchos les incomoda. El buen juego que lleva a crear múltiples ocasiones que no quieren entrar. Recuerdo las viñetas de Mortadelo y Filemón con sus bocadillos expresando cabreo y enfado: orejas de burro, bombas, caracteres chinos, cerdos tachados y un sinfín de símbolos que soltaban los protagonistas. Así ocurre en cada disparo claro a puerta que no entra. Y ayer los hubo otra vez. De locos…

En la segunda mitad, y con el amigo Sergio García pegado a la banda, hubo más profundidad. El extremo completó un buen partido y peleó con todos los rivales. Hay que recordar que ha sido profundamente criticado y ha permanecido sentado en el lugar que la afición reclamaba. Cada partido es un mundo y es imposible saber si el jugador que ha tenido una mala tarde la volverá a tener al domingo siguiente. Marcos estuvo correcto en la portería, aunque tuvo un error que pudo costar caro. Es normal que le pase. Si la pelota hubiese entrado no me gustaría tener que imaginar las terribles consecuencias que hubiera acarreado. La hecatombe en la portería habría sido brutal. Ni Limones ni Marcos. Ni Marcos ni Limones. Y el amigo Isi Ros, con su gran habilidad para el regate, pero que necesita que le receten un collarín para que busque a los compañeros. Su calidad se esfuma al no sacar provecho real de las jugadas. De locos…

Lo que no llego a entender, ni me molesto en entenderlo, es que al terminar la jornada, con nuestro equipo como gran beneficiado, la sensación que transmitía el aficionado era que no había pasado nada. Tres puntos y gracias. ¿Así que ahora tampoco nos sirve recortar distancias con el primero y aumentar la ventaja con el segundo? ¿A qué absurdo punto hemos llegado? ¿Os hubiera gustado más una victoria del Lorca para seguir criticando algo? Porque algo hay que criticar, es evidente. Todas las semanas con lo mismo: “Si gana el Lorca se pone a…”, “Chus Hevia ha marcado”, “Óscar Rico se sale”. Es desesperante, de verdad. Me sorprendieron los aplausos de la grada hacia Arturo antes del cambio. Incluso llegamos a pensar, mi amigo Carlos y yo, que la causa de los mismos había sido un gol del Jumilla. Es una maldita locura. Pero es una herencia que ha pasado de abuelos a padres y de padres a hijos. Igual es mejor que termine la temporada mal y que el año que viene, que ya estaremos ascendidos como siempre, se empiece a criticar, otra vez, todo lo que se mueva. De locos…

No existe un manual que explique lo que es la Segunda B, pero es evidente que no lo vamos a aprender nunca. De locos…

¡¡Están locos estos cartageneros!!
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