viernes. 19.04.2024

La Farola del Lago: Diego 'El Alpargatero'

Diego Romero Roca, ese era el nombre completo de un hombre que, ha ocupado una parte muy importante de la historia del fútbol de Cartagena. Antonio Martínez Saura “Amarsa” corresponsal de “La Verdad “ en la Unión, durante más de cuarenta años, hace un comentario a uno de mis artículos de “La Farola del Lago” y habla de Diego Romero Roca, de la siguiente manera, que transcribo de forma literal. “La añeja unión entre Cartagena y mi querida Ciudad de La Unión, estaba representada por el unionense-cartagenero Diego Romero Roca”.

Creo que es una buena forma de empezar este artículo, pues hace honor a dos personas que, han ido conformando la historia deportiva de las dos ciudades, Diego y Antonio Martínez Saura. Era Diego Romero, un personaje “peculiar” simpático, agradable, bromista…era “la voz” de la Cartagena futbolística, y… de todos los aconteceres de la ciudad. Su negocio, consistía en una alpargatería que tenía en la Calle Serreta, (frente a la Iglesia de la Caridad) ese local, (que no medía más de ocho metros cuadrados, incluido el mostrador) era el “local social” de todos los futbolistas de la ciudad. Todos los días nos “echaba”, porque decía que le “espantábamos” los clientes, pero…en cuanto dejábamos algún día sin ir a verle, nos preguntaba si es que estábamos malos.

En su local, se fraguaban los fichajes de jugadores para el Unionense, e incluso para el Cartagena. Estar al lado de Diego Romero era un placer, lo sabía todo, conocía “todo” de “todos”. Un día llegó a su local, (estaba yo allí) José Carrascosa Navarro, (que era directivo del Cartagena en época de Dionisio Martínez) pidiéndole a Diego, le buscara dos porteros para vigilar el acceso al estadio del Almarjal. Diego se ofreció voluntario para ocupar una de las plazas, y la otra fuimos al edificio de al lado de la alpargatería de Diego, donde tenía (en el “zaguán”) su local de reparación de calzado el “maestro Prudencio” para ofrecerle el puesto. El hombre rehusó, pues tenía una ostensible cojera, que le impedía moverse con agilidad. Por cierto, estoy pensando, que por aquellas fechas, todos los zapateros “remendones” (dicho con el máximo respeto) tenían su local en “zaguanes” de viviendas, y se daba las circunstancias, de que todos tenían cojera. Yo supongo que el dedicarse a ese honrado oficio, se debía, a que para realizarlo, no necesitaba moverse excesivamente. En fin… lo apunto solo como anécdota humana, dentro de una época de penurias, y en donde, unos zapatos eran artículo de lujo, y deberían durarle tanto tiempo como admitieran las “medias suelas”.

Volviendo a Diego, (ya veis que me pasa lo de siempre, me pongo a escribir, me vienen recuerdos, y los quiero enhebrar con el artículo que estay escribiendo ¡no tengo remedio!) es justo decir que, rápidamente se ganó la confianza de la directiva, e inmediatamente le hicieron ¡jefe de porteros! Cargo que desempeñó durante cuarenta años. Naturalmente que Diego era un referente nuestro para todo. En cierta ocasión… (Por favor, sitúense en la época a la que me estoy refiriendo, 1960) íbamos a jugar con el Unionense a Albacete, Diego (como siempre) era el jefe de expedición del equipo, y ocurrió lo siguiente. El día anterior, Luis Peralta que jugaba con nosotros, se había “llevado la novia”, los lectores jóvenes, seguro que no saben el significado de “llevarse la novia” y voy a tratar de aclararlo. Como por aquella época, nadie tenía “un duro”, una forma de casarse era, no aparecer esa noche en sus casas, tanto el novio como la novia, y las respectivas familias, daban por hecho que se habían “fugado”, con lo cual rápidamente arreglaba los papeles el cura, los casaba, y se ahorraban todo, boda, muebles, (pues se iban a vivir a casa de los padres de él, o de ella) casa, convite en fin…todo.

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Diego Romero Roca 'El Alpargatero', en su local. / IMAGEN CEDIDA POR LA FAMILIA

Cuento esto porque… estando a punto de iniciar el viaje para Albacete se presentó Luis Peralta con su novia Juanita, (matrimonio ya fallecidos, y a los que siempre he profesado gran cariño) y le pidió permiso a Diego para que, (dadas las circunstancias) se pudiera venir con nosotros su novia (“recién llevada”) Juanita. Diego naturalmente dio su autorización y emprendimos el viaje. A medio camino, entre Pozo Cañada y Albacete, en un llano, que no había una casa en un montón de kilómetros a la redonda, Juanita se levanta muy compungida, y le susurra a Diego algo así como… me estoy orinando Sr. Diego. Diego, en ese momento, sale de asiento investido de gran solemnidad, y ordena parar el autobús, y se dirige a nosotros diciendo…vamos a bajar para que orine Juanita, vosotros mirar para el otro lado ¡eh! Bajaron los dos, Diego rodeó con su abrigo (todo caballeroso) a Juanita, y la pobre chica con un poco de sonrojo, pudo terminar felizmente el viaje. Cuento esto, para que, observen ustedes el grado de aceptación que tenía Diego entre todos nosotros.

Les voy a contar a ustedes como se fraguó mi fichaje por el Unionense. Servidor, por aquellas fechas, dicho sin falsa modestia, estaba de muy “buen ver” (futbolísticamente hablando) y Diego, quería que yo fichara con ellos, (para mí fue un honor, ¡quede claro!) yo me resistía, pues tenía equipos que se interesaban por mí. Una tarde, me acerco a la alpargatería de Diego y me dice. "Enhorabuena Loren, has fichado con nosotros". Yo asombrado, le respondo, ¡pero qué me dices!, y entonces coge y me enseña la ficha, efectivamente, con mi foto, el sello de la federación, y mi firma. Resulta que, al lado de su local estaba el estudio fotográfico de Sago, (donde generalmente nos hacíamos las fotos todos los futbolistas). Diego le pidió a este hombre, una foto mía, la puso en la ficha, falsificó mi firma y la mandó a la federación. Miren ustedes, como yo en el fondo quería jugar en ese equipo, pues me dejé hacer y…todos felices.

Diego era tremendo, conseguía lo que se proponía y además los hacía con gracia y salero. Podría contar muchísimas anécdotas de Diego, de su carácter, de su “arte” para sacar partido a cualquier situación, de su amor por su tierra ¡La Unión! y de su agradecimiento a Cartagena, ciudad que le acogió y le quiso. No puedo cerrar este artículo, sin hacer mención al triste día en el que nos comunicó que tenía que cerrar su querido local, ¡Sus ocho metros cuadrados! ¡Su vida!. Todos derramamos lagrimas (él más que nadie) se nos cerraba un ciclo importantísimo de nuestra historia futbolera, era como si nos despidiéramos todos de vernos todos los días. Desde esta columna, vaya mi recuerdo para un gran hombre, amigo de todos, y querido por todos.

PD. Este articulo, se lo dedico a los hijos de Diego Romero Roca, Diego y Amparito. Y me consta que, todos sus amigos (miles) les mandan un abrazo simbólico, para que se lo trasladen a su querido padre.

La Farola del Lago: Diego 'El Alpargatero'
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