viernes. 29.03.2024

La Farola de El Lago: ¡Mi primer sueldo!

"Al escribir, uno recupera su vida perdida a través de la memoria”. La frase no es mía, es del escritor Salvador Robles Miras. Como a mí me parece bonita, y en parte refleja lo que servidor trata de hacer en cada artículo, pues… la coloco y empiezo a escribir y a recordar. Ya estoy aquí otra vez, con los recuerdos en danza. ¿Y qué le voy a hacer?, si a mí me gusta referirlos, y a vosotros parece que no os desagrada leerlos, “pos” “palante”. Estaba yo tratando de recordar ¿cuándo, cómo y dónde? gané mi primer dinero jugando al futbol, y me vienen en “tropel” los recuerdos, y trato de ordenarlos para darle sentido a este articulo que, como siempre, hablara de futbol, pero… llevará jirones de mi adolescencia. Veréis, no hace muchos días tuve que ir al Hospital Santa Lucia con mi esposa y una de mis hijas, y mientras ellas estaban en consulta, al quedarme solo, rápidamente pegué la “hebra” con un señor de mantenimiento que, me dijo era de Pozo Estrecho, Cartagena- España. Este señor es Antonio Hernández, me dijo que, el “famoso” en el pueblo era su padre con su mismo nombre y carpintero “de postín”. Enseguida vinieron a mi cabeza los recuerdos (todos agradables) que tengo de ese magnífico “pueblo”.

Siempre me ocurre igual, cuando hablo con alguien y toco un tema en el que he estado involucrado, rápidamente, y como si fuera una película, voy recordando y mezclando imágenes, en este caso he pensado que sería interesante escribir sobre el primer dinero que uno recibe en su vida, y ahí van mis recuerdos, trasladados al ordenador. Servidor tenía diecisiete años y todas las ilusiones intactas, cuando me avisan de que el Juvenia de Pozo Estrecho se interesaba por mí como futbolista. Por esa fecha 1956, el Juvenia estaba en la regional Murciana. Yo estaba loco de contento, ahí era nada jugar en un equipo “federado” y cobrando. Me avisaron que debía entrevistarme en la Cafetería Mastia, (la más “lujosa” de Cartagena) con unos señores de Pozo Estrecho que se llamaban Candel y Campos, para apalabrar mi “fichaje” y el sueldo. Ese día me puso el mejor traje que tenía, (igual era el único) y me presenté en la Cafetería, decidido a iniciar mi andadura en el mundo del fútbol. ¡Cuántas ilusiones llevaba en mi mente! La conversación con esos señores fue magnífica, ¡nunca la olvidaré! Me dijeron que tenían muy buenas referencias mías y que, aunque sabían que solo tenía diecisiete años, encontrarían la forma de que en la ficha pusiera dieciocho, (cosas de la vida) y me ofrecieron CIEN PESETAS por partido y el taxi, (que compartiría con otros dos jugadores) por poco me da algo.

Loren

Loren, futbolista, la temporada de su primer sueldo. Tenía 17 años.

Más contento que unas pascuas, naturalmente que acepté las condiciones, y las que me hubieran ofrecido. Cuando llegué a mi casa se lo conté a mi mamá Concha (mi abuela) y me abracé a ella. Rápidamente me dispuse a escribirle a mi madre para contarle que ya era “casí” profesional del fútbol. Ufff como tengo ahora mismo la mente ¡me echa fuego!. Cierro los ojos, y me veo el siguiente domingo vestido de futbolista de verdad, con botas de reglamento y uniforme blanco, (adjunto fotografía en el articulo); jugábamos contra Los Ramos, en el antiguo campo del Instituto de Pozo Estrecho, ganamos 2-1 y yo marqué uno de los goles. Me vienen a la cabeza nombres de amigos, jugadores de aquellas fechas, los hermanos Morote (toda una saga) Abelito, Gilberto, Antonio y Daniel, con quien todavía me reúno para comer una vez al año. También jugaba Nanín (Mariano Cánovas) hoy director del Tanatorio Estavesa. Mi alegría era desbordante, además, parte de mi familia había ido a ver el partido, y estaban muy orgullosos de haberme visto jugar. Nos invitaron a cenar en el “Circulo Instructivo”. En fin señores, fue un día inolvidable, cuando llegó la hora de pagarnos me dieron un sobre cerrado con cien pesetas, me metí el sobre en el bolsillo de la chaqueta, y me puse la mano en el pecho como si la llevara en cabestrillo, hasta que llegué a mi casa y le di el sobre con el dinero a mi abuela. Joder ¡cuántas ilusiones! se tienen con esa edad.

Y ahora, viene una segunda parte de esta pequeña historia. Mi abuela quiso que ese primer dinero que yo había ganado lo guardara, para que simbolizara algo en mi vida. Al otro día del partido nos fuimos a la Caja de Ahorros y Monte de Piedad, que así se llamaba lo que después sería CAM. Estaba en la esquina de Serreta con Arco de la Caridad, y allí me abrió con esas cien pesetas mi primera cuenta, que he mantenido hasta ahora mismo (Sabadell) en esa ingrata entidad. Ingrata no por sus trabajadores, sino por sus corruptos directivos, que han convertido una de las entidades más prósperas de la región, en un nido de sinvergüenzas, que se pusieron sueldos y jubilaciones fabulosas, llevando a la ruina a esa empresa Bancaria, y destruyendo unos puestos de trabajo que eran el orgullo de muchas familias.

Amigos lectores, esta es otra de las historias verídicas que les cuento a mi manera, esperando hayan sido capaces de leerla sin que les produzca ningún bostezo. Esa es mi ilusión, gracias a todos ustedes por leer mi “Farola del Lago” y hasta otra.

La Farola de El Lago: ¡Mi primer sueldo!
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