Solo el que es cartagenerista de verdad sabe lo que supone perder contra el Murcia. Para eso hay que sentirlo, hay que mamarlo desde pequeño, chuparse un montón de disgustos ante el eterno rival que, por lo general, casi siempre han sido mejores que nosotros, nos guste o no. Ni siquiera los conversos me valdrían para saber qué se siente, y más de la manera en la que se perdía, con un Murcia que, a mi juicio, fue muy superior a un asustado Cartagena en los primeros 25 minutos del partido. ¿Dónde estaban los míos? Simplemente no estaban, no sé aún porqué. Si porque no habían salido aún del vestuario o, sencillamente, si porque Salmerón le había ganado la partida a Monteagudo a las primeras de cambio.
A mí no me valen ahora excusas. Yo sé que se ha perdido. Y que son de las derrotas que duelen, que no gustan y de las que, encima, hay poco que objetar. Diremos que tenemos paz social, que la tenemos, que los jugadores están al día, que lo están, que tenemos mejor plantilla, que seguramente la tendremos y hasta que somos mejores, como decía la alcaldesa de Cartagena Ana Belén Castejón, que lo seremos también. Pero perdimos. Y a mí, qué queréis que os diga, me jode. Y quien me conoce sabe que me jode mucho. O que me fastidia mucho si queréis que lo diga más fino. Pero esa es la verdad.
Aketxe se lamenta de la más clara ocasión albinegra en la segunda parte/RAÚL VELASCO-SCT
Ahora Belmonte y Breis, los periodistas murcianos que han estabilizado al Cartagena en el mar de los problemas, dirán misa. Por twitter, por mar, por tierra y por aire. Pero el Cartagena ha perdido en Murcia y sigue sin ser un equipo fiable para ser líder. Lo dije y lo mantengo, y cuando sea campeón lo diré con la boca llena y con la alegría que me permite ser blanquinegro y cartagenerista desde que nací en mí querido barrio de Santa Lucía. Pero las cosas hay que decirlas con la libertad que cada cual tiene. Y nosotros y yo la tenemos aquí. Hace mucho que me liberé del yugo que tienen otros, trabajar para prensa afincada en Murcia, en la que tienen que decir casi lo que ellos quieran. Yo ya pasé por ahí y sufrí aquellas consecuencias así que ya soy libre para opinar y para decir lo que pienso de mi equipo sin que nadie lo haga por mí.
Por eso Monteagudo también podrá decir lo que quiera y que le voy a respetar, que el equipo mereció empatar y todo lo que queramos, que si tal, que si cual... Pero su equipo, que también es el mío, perdió. Y él sabe que son derrotas de las que duelen. Me molesta por ejemplo quedarme con la sensación que a este equipo le falta intensidad o como se diga. El Murcia si se la puso al principio y así le fue, el Cartagena sólo le imprimió intensidad (un poco) al final. Y así le fue también.
Porque el Cartagena acabaría perdiendo con un equipo que a pesar de sus miles de problemas y de ser su eterno rival, le puso en la primera media hora sobre todo más brío, más carácter, más arrestos, más atrevimiento, más arranque, más ardor y hasta más voluntad. Y claro, si ponemos todo esto y algunas cosas más en la balanza sabréis porque me cabrea tanto perder un derbi de la forma que lo hizo, con un Murcia mucho más intenso que este Cartagena al que se le sigue apagando la luz en momentos puntuales. Y me pregunto porque mí Cartagena no le pone la intensidad que le falta muchas veces. ¿O es mentira lo que digo? En fin, que ya veremos el daño que puede hacer la derrota en este derbi.
Posdata.- Estoy de acuerdo con quienes me recuerdan que en los últimos años este Cartagena actual viene siendo mejor que el Murcia en casi todo, que el equipo de Salmerón disparó dos veces a puerta e hizo los dos goles, incluso que ellos (ya lo he dicho) sólo fueron mejores en esos primeros 25 minutos y hasta que en la capital hay muchos seguidores granas cambiarían el resultado por estar en dónde estamos nosotros en la clasificación. Posiblemente sea cierto. Pero aún así me sigue generando dudas este equipo, mi equipo, que no acaba de ser todo lo fiable que a cualquier cartagenerista nos gustaría.
Ojalá y acabemos siendo campeones y ascendamos para que esta derrota en Murcia sólo haya sido un berrinche pasajero. Lo deseo de corazón. Ah, y gracias por los comentarios. Siempre aportan.