sábado. 20.04.2024

Reflexiones para los padres y madres del fútbol base

¿Dónde acaban las normas o principios de un Club a la hora de favorecer a unos alumnos perjudicando al resto del grupo?Con esta pregunta quiero hacer pensar a esos directivos y padres que buscan el beneficio personal suyo o el de sus hijos perjudicando al resto del colectivo.En esta vida...
¿Dónde acaban las normas o principios de un Club a la hora de favorecer a unos alumnos perjudicando al resto del grupo?
Con esta pregunta quiero hacer pensar a esos directivos y padres que buscan el beneficio personal suyo o el de sus hijos perjudicando al resto del colectivo.

En esta vida que nos ha tocado, todos queremos lo mejor para nuestros hijos (tiene que ser el mejor en todo) y esto en algunos casos, por no decir la mayoría de las veces, hace que tengamos una venda en los ojos y no veamos mas allá de nuestras narices, muchas veces sin pensar si lo que estoy haciendo por mi hijo es lo que realmente él quiere.

Mi hijo entrena en un modesto Club cartagenero, peculiar por su forma de entender y practicar, a la vez que enseñar ese sofisticado deporte que es el futbol; deporte en el que todos somos entrenadores o entendidos y por lo tanto nos creemos con el deber moral de dar instrucciones a nuestro hijo/a o a cualquier compañero, sin pensar que su entrenador le ha podido dar otra consigna que favorece más al colectivo que las directrices que yo le doy en ese momento.

Por este motivo, muchos de nuestros críos (por no decir todos) cuando están en tensión por la competición se ponen muy nerviosos cometiendo errores que habitualmente no hacen. Para todos estos padres les pediría que reflexionen, que apoyen a sus hijos, pero que lo hagan en silencio, verán cómo estos mejoran su rendimiento y que sea el Míster el que corrija o de las consignas necesarias, con ello evitaremos volverles locos sin saber que hacer o a quien hacer caso.

Pero mi reflexión no pretendía ir por este camino; el Club donde entrena y juega mi hijo tiene como norma “ que todos los integrantes del equipo participen en el juego sin importar si se gana o se pierde”, principio muy loable al que no tengo ningún reparo que poner, por eso estoy ahí, pero hay un momento que debemos de mirar el bien del equipo y no el de unos pocos niños, que no es que no participen, sino que no lo hacen tanto como otros; niños que si no fuera por la presión de esos padres entenderían y de hecho entiende el sacrificio en un momento dado por el bien del colectivo.

Sé que esta afirmación es dura, pero también sé que en el equipo que milita mi hijo la comparten la mayoría de los padres aunque no la expresen abiertamente y prefieren irse, como fariseos, a apoyar al sector duro arremetiendo contra el entrenador (que la única aspiración del hombre es que los críos disfruten y ganen, no tiene pluses ni incentivos).

Ese sector duro, que entre lata y lata, risa y risa, alardea de que bien juega mi hijo, es el mejor, y el Míster no lo puede dejar en el banquillo; pero que hipócritas y falso son cuando unas horas después siembra la semilla de la discordia dándole la razón a esos padres que enojados quieren triturar al entrenador porque su hijo ha jugado poco o nada en ese partido.

Queridos padres ¿nos hemos parado a pensar lo que aporta mi hijo al grupo y en que puedo ayudarle yo para que el Míster cuente más con él? ¿Cuál es el motivo por el que mi hijo juega poco? ¿Qué hago para evitar eso? NADA, lo único que hago buscar enfrentamientos con los otros padres y arremeter contra el entrenador, en vez de preparar mejor físicamente y moralmente a mi hijo (que a algunos le hace mucha falta).

Para el Club también tengo una reflexión ¿es mejor mirar el beneficio personal o el del colectivo? ¿Aplico mi norma a todas las categorías o hago excepciones cuando me interesa? ¿Dónde acaba la enseñanza y empieza la competición?

El Club cuenta con un grupo de preparadores y entrenadores muy bueno, pero muchas veces por decisiones mal tomadas, por parte de la directiva, hacen que este equipo de entrenadores pierdan la ilusión por entrenar a ese nutrido grupo de jóvenes con los que se siente plenamente integrado. Señores directivos reflexionen y piensen en el bien del grupo y no el de unos pocos de sus integrantes, tengan la suficiente fuerza moral y como ustedes bien saben favorezcan al colectivo y no al individuo. También pueden optar por seguir su norma, pero por favor no sean también fariseos, aplíquenla para todos, sin favorecer a nadie (a este grupo no porque el entrenador es tal o hijo de Pascual).

No quisiera terminar este articulo, que no se si verá la luz pública, sin agradecer a todos esos padres que cada fin de semana viajan de un campo a otro, el apoyo (en silencio) que hacen a sus hijos y a todos aquellos equipos sea cual sea la categoría que respetan a sus entrenador y que lo ayudan en todo lo que pueden, sin mirar si mi hijo ha jugado hoy más o menos, pues si ellos ganan, ganamos todos incluso ese que hoy a jugado poco o nada.

Un saludo
ANTONIO N.

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