miércoles. 24.04.2024
EL BUZÓN DEL LECTOR

El Efesé como símbolo

En estos tiempos difíciles que vivimos, atormentados por la crisis, la prima de riesgo y el creciente paro, puede parecer frívolo que se consagren tantas horas televisivas, tantas páginas en rotativos a veintidós señores en calzones corriendo tras un balón.(así lo simplifican habitualmente los detractores de este deporte). Indudablemente, si...
En estos tiempos difíciles que vivimos, atormentados por la crisis, la prima de riesgo y el creciente paro, puede parecer frívolo que se consagren tantas horas televisivas, tantas páginas en rotativos a veintidós señores en calzones corriendo tras un balón.(así lo simplifican habitualmente los detractores de este deporte). Indudablemente, si el fútbol se ha convertido en un deporte de masas es porque trasciende la faceta meramente deportiva, y conquista territorios en el ámbito de las pasiones, las ilusiones y los sentimientos de sus aficionados. El fútbol no resuelve los problemas diarios, pero sí permite evadirse de ellos, ponerse durante noventa minutos en la piel de sus ídolos y canalizar frustraciones, miedos y deseos.

En mi caso particular, mi historia está indisolublemente unida a los colores albinegros del Efesé. Desde el lejano día, contando yo cinco o seis años, en que mi abuelo me regaló la primera camiseta del Cartagena, he seguido con variable intensidad pero con igual pasión e interés las aventuras y desventuras de los diferentes clubes que han representado a Cartagena en estos últimos treinta años: Cartagena FC, UD Cartagena y más recientemente el FC Cartagena. Para mí las siglas en este caso no son lo más relevante: como cartagenero permanentemente exiliado de su ciudad, lo verdaderamente importante era ver al Cartagena en las quinielas, en los resúmenes televisivos de los domingos, batiéndose el cobre contra equipos emblemáticos de la historia del balompié español. Puedo afirmar sin pudor que lloré cuando el “Cordobazo” de la promoción de ascenso de la temporada 1998/99, y que me encerré en mi cuarto sin cenar tras el disgusto del Vecindario en la 2005/06. Asimismo, cuento entre los días más felices en mi recuerdo la tarde del ascenso en Alcoy, el glorioso 1-4 en Murcia, o las victorias en el Cartagonova frente al Betis o al Depor.

Actualmente los albinegros vivimos días extremadamente difíciles, inmersos en una temporada que está suponiendo un calvario infinito de despropósitos. Y en este punto crítico y sin vuelta atrás que nos encontramos, en este atolladero futbolístico, el próximo sábado nos toca cruzar el puerto y viajar a territorio del eterno rival. Pues bien, yo quisiera más que nunca apelar a los símbolos de los cartageneros, al espíritu de nuestro escudo y de nuestra ciudad. En Cartagena pervive hoy el orgullo de quien vende cara su piel: estamos habituados a ello y la historia ofrece numerosos ejemplos. Resistimos al límite ante las legiones romanas, o en la rebelión cantonalista de 1873, o en la Guerra Civil Española. Seguimos resistiendo sin tregua ante los tentáculos que sobre nosotros trata de extender la ciudad vecina.

Manengamos el inquebrantable compromiso y fidelidad a nuestros símbolos, nuestra camiseta, nuestro escudo-el del Efesé y el de la ciudad de Cartagena- e independientemente del resultado de este sábado, del desenlace de esta temporada, no abandonemos aquello que nos importa, que desata nuestras pasiones e ilusiones; algo que, en definitiva, constituye un pedazo de nosotros mismos.

El Efesé como símbolo
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