jueves. 28.03.2024
Con esta advertencia,"No ha sido fácil, pero nuestro único objetivo tiene que ser ahora ganar también el sábado en Castellón", los jugadores cartageneristas nos despedían el domingo pasado al terminar el trabado y poco vistoso partido contra los irundarras, como si fuese una premonición de lo que podía pasar esta tarde y efectivamente así ha sido.

Amigos, así ha sucedido, así lo he presenciado y de esta manera lo voy a reflejar, hoy sí, siendo un placer hacerlo desde este encantador lugar marmenorense.

¡Qué sensaciones!, me he reencontrado con mis amigos, unos antiguos y queridos, y otros, de hace poco, más también, apreciados
Estos dos equipos mediterráneos con zamarras idénticas blanquinegras, si mi memoria me es fiel y los datos son correctos, se han enfrentado a lo largo de su historia, en seis ocasiones en el vetusto Castalia. Iniciándose en la temporada 1882-83 y finalizando estos enfrentamientos, hasta hoy, en la temporada 1987-88.

La historia nos recuerda que ambos equipos se vieron las caras, por primera vez el 17 de abril de 1983, empatando a dos con goles cartageneristas de Martínez, adelantándose en el marcador, y Gile. Igualito que hoy sin la greña de aquel día. Solamente debemos cambiar los nombres de los goleadores y colocar a Txiki donde antaño era Martínez y DeLucas, otra vez inmenso, por Gile, hogaño.

La historia fue muy propicia para nuestro equipo en la segunda temporada en la división de plata ganando 1-2, marcando Rivero y Abad. Recogen las crónicas de la época que el arbitro, “un tal Diez Frías la armó en Castalia”. Hoy por ti, mañana por mí y sin existir el Villarato ni el Florinato.

En los tiempos de Sebastián, Paco Sánchez, Da Silva, Sagarduy y Brizzola, entre otros, llegó la temporada 1987-88, nos pulverizaron de tal manera que nos trajimos en el zurrón un 21 de febrero, que casualidad, para el también viejo Almarjal un 5-0 más reluciente que el sol que calienta esta bendita tierra, acabando de esta manera, al final de temporada, nuestro recorrido por la división de plata. Lo que sucedió después, ya lo conocen y es mejor no moverlo, si exceptuamos la temporada anterior a la que estamos.

Escribir de fútbol hoy es como si tuviese las yemas de los dedos agarrotadas por dolor de parto. Demasiado resoplido, estoy cansado de empujar y empujar para que la cosa salga, mal que bien, la cosa sale y gracias.

El partido de hoy no ha dado ni para crónica, ni para narración, ni para literatura. Me está dando un poco de lástima ver a futbolistas con talento que han tenido en sus botas cosas que decirnos y arte para decirlo tratando de colocar las jugadas e inventando goles que marcar para esculpirlos no en una columna canija sino en un frontispicio de templo griego adornado con hojas de acanto para entrelazarlas formando una corona de gloria.

En Castalia, hoy, los espectadores presentes y televisivos hemos perdido, un poco, la afición y nos hemos contagiado de ese estado de ánimo abúlico, e inducidos por los pecados capitales, nos ha dominado la pereza y sólo hemos gozado de la gula zampándonos el arroz caldero con el sabor de ese punto, que puede ser bueno porque, “hermano todo es bueno para el convento”. La envidia, a lo mejor, mañana después de finalizar la jornada son otros los que nos la tienen.

Nos han condicionado tanto, los de La Plana, en nuestras pretensiones que a la fuerza he tenido que tirar e inventar adagios y refranes. El partido de hoy ha sido parecido a esos granos de arroz donde algunos se dan maña para pintar las Meninas, pero no valen ni como cuadros ni para paella.

La lluvia fresca y “helá” del sábado pasado nos ha abandonado sobre el páramo reseco por tácticas rancias.

Hoy en los dos equipos han aflorado algunos de sus defectos, más estructurales en los albinegros de La Plana que circunstanciales, esperemos que pasajeros, en los amarillos del Aladroque Mecánico.
¡Señor JIM!, no cambie sus gestos, haga el favor de no tocarnos el arroz caldero, en torno al cual nos reunimos todos los domingos los pobres, los ricos, las armas, las letras y las ciencias. Esta tarde de sábado nos lo hemos zampado reposadamente, pero a medias, comprobando que el arroz negro no estaba tan pasado.

Hoy he comenzado recogiendo la premonición de nuestros jugadores y termino con el consejo de un sabio viejo-conocido, el uruguayo Voltaire García, que de esto entiende, más que yo, seguro. “La prudencia es el camino a seguir, es muy complicado atacar este tipo de virus sobre todo si el antídoto no es el adecuado. Solo la madurez del vestuario pondrá freno, aquellos jugadores que han vivido éxitos y también fracasos son muy importantes para manejar este fenómeno que solo aparece en los buenos momentos”.

Adiós, hasta el próximo que será el Betis y, les anuncio, lo presenciaré junto a los Galileos. Pero antes, mañana domingo, siguiendo la recomendación de un buen amigo, me voy a acercar a comer bien, sin publicidad, a Casa Felipe, aquí aladico, en la Diputación de La Palma, el mejor restaurante del mundo.

Pedro Roberto J.P.,hoy en un lugar, con encanto, del Mar Menor. Dies2/20: ante diem decimum Kalendas Martias.

El “Arroz Negro” pudo zamparse al “Arroz Caldero”.
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