Manzano estaba firmemente en contra de cualquier otra baja en la plantilla blanquinegra y mucho más tratándose de Pallarés, que fue un fichaje suyo y que le costó mucho esfuerzo el lograrlo. Pallarés ya era pretendido por el Huesca cuando marchó hasta Suiza para probar con un equipo llamado SV Grödig, de la Primera suiza aunque desconocido en el panorama europeo.
Aquella prueba, que duró varios días, no convenció a los suizos y Pallarés, que había firmado un contrato de exclusividad con Florentino Manzano, acabaría fichando por el FC Cartagena.
El hecho de que Pallarés se haya marchado del Cartagena ha sido el detonante definitivo para que Manzano y Javier Martínez –máximo accionista del club- acaben tomándose el chocolate de espaldas.
Manzano no quería pero Javier Martínez, sí. Y claro, ha terminado pudiendo más el papel del abogado valenciano, quien ha visto en la salida de Pallarés más un ahorro importante que cualquier otra cuestión mientras para Florentino prevalecía la faceta deportiva y la descapitalización de la plantilla con esta segunda baja que FM no ha podido soportar.
Con Florentino se marchan también sus dos hijos, que colaboraban de forma activa en la plantilla. Uno de ellos, Javier Manzano, hacía las funciones de secretario técnico o director deportivo en la sombra y era la persona que estaba más cerca de Julio Ribas durante muchas horas al día.
