18 de diciembre de 2013, 18:38
Fabri González, el que fuera entrenador del Cartagena durante una gran parte de la temporada 2008/09 que acabó con el ascenso en El Collao, solía decir que el equipo que se iba de Copas solía acabar borracho.
Se refería el gallego a todos aquellos conjuntos modestos que durante unos diás coqueteaban con el torneo del KO y luego acababan dándose de bruces en sus competiciones domésticas, que son en realidad las que le interesan.
En esa fase se encuentra ahora el Cartagena que, horas después de regresar de Barcelona, tiene que despertarse lo más fresco posible para ponerse manos a la obra de afrontar con todas las garantías el choque de este sábado (16:30 horas) en el Municipal San Pablo, un recinto que dicho sea de paso, hace tiempo que no se encuentra en las mejores condiciones para jugar un partió de fútbol: hierba irregular, público muy encima y un rival de lo más incómodo que necesitará los puntos como el comer para no seguir hundiéndose en la clasificación del grupo cuarto.
De hecho ocupa la penúltima plaza y de los nueve partidos que ha disputado en su recinto solamente ha ganado uno, ante los malagueños de El Palo por 2-1 en la jornada y y un 2-1 ante el Arroyo en la jornada 11. Todos los demás los ha perdido y algunos de ellos por goleadas como el 1-6 del Cádiz, el 1-4 del Granada B o el 1-5 del Linense. Todos acabaron en desastres pavorosos. Sus 12 puntos lo dicen todo.
Los jugadores del Cartagena, aún navegando entre los recuerdos recientes del Barça, saben de todos estos detalles. Y si alguno lo ignora ahí estará Tevenet para recordárselo en estos cuatro días en dónde, además de descansar y entrenar, tendrán que recorrer otros 1.000 kilómetros ida y vuelta en autobús. Es lo que tiene pasar del Camp Nou al San Pablo de Ëcija en cuatro días,
