miércoles. 24.04.2024
UN POCO DE HISTORIA BLANQUNEGRA

El canario José Luis, uno de los míticos

José Luis, el canario, futbolista albinegro en los años 80, era un fenómeno con el balón en los pies. Hablé con él tres o cuatro veces y loJosé vi jugar mucho más, tal vez una treintena de partidos. Ha muerto esta Semana Santa y en el escalafón de jugadores foráneos que han destacado en la historia figura en las primeras posiciones. 

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José Luis Hernández hace el saque de honor en un homenaje en el Cartagonova./ ÁNGEL ROIG

Siempre marca mucho ser pieza clave en un ascenso y él se lo dio al Cartagena en mayo de 1982 con su gol magistral en Torrejón que pasaportó a los cartageneristas a Segunda.

El rescate de un vídeo de aquella época evoca el arte del delantero isleño en el lanzamiento de la falta que canalizó el histórico gol por la escuadra de la puerta torrejonera.  Incluso el gallego Federico Trillo-Figueroa y Vázquez, que había sido seis años alcalde cartagenero y después Gobernador civil en Teruel, Cáceres y Zaragoza,  se trasladó a la localidad madrileña exprofeso y disfrutó en el campo de San Isidro como si su paisano Francisco Franco lo hubiese nombrado Vicepresidente del Gobierno o algo por el estilo.

En aquella época ascendían directos a Segunda los dos primeros del grupo de competición  de Segunda B y el Cartagena lo hizo como subcampeón, clasificado a continuación del líder Xerez CD. Pero en el caso del conjunto entrenado por el argentino Gustavo Silva se dio gracias a una fenomenal carambola, pues se necesitaba que además de salir ganador de Torrejón, ese mismo día el Algeciras no perdiese con el Lorca y que el Antequerano no puntuase en Granada.  Y se registraron todos los marcadores que beneficiaban  a los cartageneristas. El triple empate final a 48 puntos fue la clave.

Cñasis 81 82

Fue Florentino Manzano, metido en todas las salsas del fútbol, el que como secretario técnico fichó en 1981 a José Luis y acertó en la etapa en la que el empresario de joyería Mariano Carrera se hizo cargo de la presidencia, con Andrés Martínez de vicepresidente. El delantero isleño era un pelotero contrastado que había dado buen rendimiento en Las Palmas, Granada y Huelva. Y en los del Almarjal dio la talla y fue el talismán en sus dos campañas de estancia aquí.  El propio José Luis solía comentar a sus íntimos que “yo soy delantero y hago el papel de delantero; para defender ya están los defensas”. Estas palabras definen el comportamiento del canario en el campo de juego, donde no se sacrificaba en tareas superfluas de apoyo al bloque defensivo (hoy es algo obligatorio para la causa del conjunto) sino en intentar resolver los partidos en el área de los adversarios. Precisamente en Segunda con los cartageneristas el entonces entrenador José Víctor le tiraba de las orejas y criticaba su comportamiento un tanto anárquico, al no participar en el apoyo. Con José Víctor Rodríguez se tomaba un poco el chocolate de espaldas por ese motivo. Aunque J.V, era más digamos  psicólogo que había sido Gustavo Silva Guidoni, de carácter más drástico o temperamental.

 Y otra cosa: José Luis era un empedernido fumador. Sí. Fumaba casi de tapadillo porque no estaba bien visto que lo hiciese un deportista. Otro compañero que fumaba Winston casi a todas horas era el legendario Perico Arango, lo que no influía desde luego en el juego del lateral de Las Seiscientas. Un caso aparte.

Al llegar a Cartagena, José Luis y su familia, esposa y dos hijos, se instalaron en una vivienda en alquiler de la calle Juan de la Cueva, cerca de la Parroquia de San Pablo y de la Estación de ferrocarril, zona todavía acosada por los estorninos y la contaminación ambiental que manaba de las industrias, pero con la ventaja de estar situada muy cerca del estadio del  Almarjal.  El tercer hijo (niña) de José Luis nacería después a su regreso a Canarias donde el ya exjugador trabajó como celador  en el Hospital de la seguridad social de la capital isleña.

José Luis, determinante, resolvió muchos problemas en los rectángulos de juego con solvencia como atacante al que era dificilísimo quitarle el balón de los pies, pero no vayamos a  creer que con su pegada virtuosa en el saque de faltas con barrera empleaba horas y horas de ensayo en los entrenamientos. Apenas ensayaba esos lanzamientos a balón parado.

Entre José Luis y  su paisano Rivero marcaron en una campaña más de 20 goles

En el Cartagena tenía  un paisano de compañero en el ataque del equipo: José Ángel Rivero. Excelente cabeceador, delantero centro, fallecido de manera prematura en Canarias, a los 39 años de edad,  una vez que se colocó en una entidad bancaria. Entre él y José Luis marcaron una veintena larga de goles en una campaña en Segunda. Se entendían a la perfección.

Era José Luis bromista y de carácter abierto y una gran persona. Nada problemático. Me lo cuentan amigos y jugadores de profesión con los que convivió meses.  Uno de sus grandes amigos en Cartagena era Miguel Egea Leal, cartagenero y también futbolista. De vez en cuando solía acudir el canario a la Cafetería Montreal, en el paseo de Alfonso XIII, a la que también acudía el periodista deportivo y colaborador de la Ser, Antonio Martínez Conesa, con el que mantenía amistad.

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Minuto de silencio en memoria de José Luis, el pasado sábado en el Las Palmas-Real Madrid. / EL BERNABEU

El canario José Luis, uno de los míticos
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