Difícilmente se puede jugar peor. No quiero ser drástico ni agorero, pero la imagen del Cartagena en el encuentro inicial de la Liga en casa, ante un Barcelona B que es una auténtica selección de valores del fútbol, con un Femenía, autor del primer gol, por el que pagaron traspaso al Hércules, ha sido de lo peor que se ha visto en bastantes campañas.
Los errores de los albinegros fueron en cadena –agujero en el centro del campo, la defensa descompuesta y desbordada, y en ataque solo un empeño insuficiente y poca pólvora- y así se llegó al final a un marcador inesperado y escandaloso: 0-4. Aderezado con dos expulsiones, la primera merecida, por la peligrosa entrada de Josemi, y la segunda, de Manolo Gaspar, posiblemente rigurosa.
La inferioridad numérica, el hecho de actuar casi media hora con diez y más de un cuarto de hora con nueve no es atenuante a la actuación global del resultado y de unos hechos. El Barcelona de Eusebio Sacristán se sacó la espina de su tropiezo inicial ante el Villarreal y se dio un festín en el Cartagonova. Su contrataque fue mortífero en todo momento y la primera prueba llegó en el 0-1 en un saque de esquina botado pésimamente por el Cartagena que dio pie al contragolpe que aprovechó Femenía para fusilar a Reina. Después en un saque de esquina el 0-2, de Raphiña, colocaba demasiado cuesta arriba el encuentro para un conjunto que por paradoja pudo situar el 1-0 a los siete minutos en un disparo de Chamorro al que respondió con acierto el meta Miño.
Los malos augurios para la grada llegaron demasiado pronto y el partido encadenó despropósitos. Ya en el descanso enderezar la situación parecía obra de titanes, con un Barca B en dominador neto y un Cartagena actuando a impulsos en la proporción de dar 2 pases certeros por catorce defectuosos.
Uno de los pocos jugadores que se multiplicó y que intentó abrir camino fue Toni Moral, quien fue despedido por el público con una ovación cuando fue relevado, extenuado en el minuto 82 para dar paso a Marc Fernández. Pero Toni Moral fue un Robinson Crusoe perdido en la isla con muchos caimanes merodeando.
La impresión general es que tendrá que cambiar mucho este desvaído Cartagena para ir convenciendo y modificar su imagen inicial. Para él parecía que la pretemporada no había terminado. Faltaba en la cobertura una punta de velocidad para frenar a los azulgrana y el equipo de López aparecía como si nadie conociese el juego del compañero.
Hubo un amago de reacción en el arranque de la segunda parte, juramentados los jugadores para enmendar, y en una fase del juego se vio empeño y más concentración, pero los azulgranas machacaron el resultados y confirmaron su superioridad. El tercer gol catalán, de Rafinha, fue precioso y se ganó un aplauso de la grada.
Las expulsiones de los defensas Josemi y Manolo Gaspar acabaron por firmar la sentencia del partido y crearon problemas al entrenador Paco López, quien tuvo que colocar a Mariano Sánchez de central con Goni, y a Alvaro Antón de lateral. El público comenzaba a desear que el encuentro acabase cuanto antes y expresó su enfado con gritos hasta el punto que los dos castigados por el riojano Ocón con la expulsión fueron abroncados al retirarse al vestuario.
Una de las acciones más gratas de la tarde fue la ovación dispensada al ex cartagenerista Carlos Carmona, hoy barcelonista, que saltó a la cancha a los 80 minutos para relevar a Femenía, que había llevado de coronilla a Gaspar por su banda.
El inmediato compromiso, para la Copa del Rey, ante el Numancia en el Cartagena, necesariamente tendrá que ofrecer la imagen de un equipo más ordenado y firme, con una solidez de la que ha carecido en este enfrentamiento con un Barcelona B que jugó con él como quiso. Decepcionante.
