El debut de Marcos en la portería albinegra no fue el mejor para el joven cancerbero. Su presencia, por inesperada, acabaría siendo toda una sorpresa para propios y extraños. Era la primera vez que el meta Limones estaba sentado en el banquillo y su ausencia acabaría notándose para la inmensa mayoría.
Antes de que se hubiesen cumplido los primeros 20 minutos Marcos ya tuvo un par de indecisiones en dos salidas en dos saques de esquina que llenaron de murmullos las gradas. Marcos nunca logró transmitir a la grada la sensación de seguridad, se le notó impreciso y los nervios lógicos de estos casos parecían más de la cuenta.
En la segunda parte apenas tuvo trabajo pero el poco que le llegó o no pudo o no supo resolverlo. Volvió a fallar de nuevo a la salida de algún que otro saque de esquina, no se entendió con sus defensas y en la última jugada dio la sensación de tardar en exceso a la hora de poner el balón en movimiento.
Si lo que pretendía Monteagudo era darle moral al chaval y seguridad al resto del equipo quedó muy lejos de conseguirlo porque este debut de Marcos en el portal albinegro pudo y tuvo que haber sido mucho mejor.
El joven potero no fue responsable del empate ya que apenas tuvo que intervenir pero lo peor fue la sensación que dejó de no dar tranquilidad y transmitirla. A toro pasado puede parecer fácil el comentario pero la realidad es que la decisión de Monteagudo no se vio acompañada por el acierto pleno del portero en un puesto de tanta responsabilidad. Faltará saber si el técnico decide seguir apostando por él en Granada o lo devuelve al banquillo
Jesús Limones, por primera vez en el banquillo junto a Sergio García/Foto: LUIS GODINEZ-SPORTCARTAGENA