15 de enero de 2013, 21:21
Nico Raimondi no está para muchas bromas. Su cara seria, de circunstancias, denota el enfado interior que aún le dura después del manotazo que soltaba el pasado domingo y que le va a acarrear una dura sanción.
Las quinielas hablan de dos, pero también pueden ser más o incluso menos si tenemos en cuenta que el uruguayo se excusó ante todo el mundo a través de una nota pública, que también remitió hasta el mismísimo Albacete por su enfrentamiento final con algunos aficionados.
Raimondi quiere pasar página, acabar con este capítulo y empezar a pensar en el futuro inminente si es que, al final Pacheta decide que el uruguayo siga entrando en sus cálculos.