8 de diciembre de 2014, 12:40
El Cartagena, es verdad, necesita la figura de un entrenador en el banquillo por la vía rápida. El 1-3 del Cádiz en el Cartagonova es tanto como la comprobación de la gota que rebasa el vaso de la paciencia. El hecho de que los gaditanos jugasen prácticamente andando durante la última media hora de juego fue un hecho innegable.
A poco de que hubieran querido apretar el acelerador a estas alturas estaríamos hablando de una goleada de escándalo. A la vista estuvo que el equipo que dirige Claudio Barragán no quiso hacer más sangre del cuerpo ya demasiado tocado y triturado del conjunto blanquinegro.
La afición, los seguidores albinegros, se han cansado y reclaman la figura de ese técnico que sea un punto de referencia en el banquillo. Este domingo se vio. Los seguidores cartageneristas protestaron hacia el palco, hacia el banquillo y en contra del equipo porque intuyen que, visto lo visto, este proyecto no da para más. Y eso que ni siquiera ha terminado la primera vuelta pero el Cartagena, o cambia de la noche a la mañana, o no estará en el paquete de equipos que van a luchar esta temporada por jugar el playoff.
Por si era poco vienen curvas. El Betis B y el Real Jaén son los próximos rivales de los blanquinegros, el primero lo hará en Sevilla mientras los jiennenses acuden a Cartagena con el hacha levantado, sabiendo que pueden ser los siguientes en descuartizar a un equipo completamente roto como el albinegro, con la moral por los suelos una vez el Cádiz le ha puesto en su sitio. El horizonte inminente no parece que sea el más despejado.
Pero la gran duda en estos momentos es saber si habrá, al final, entrenador o la afición tendrá que seguir soportando los cambios tan extraños, las alineaciones que presentan con algunos jugadores intocables y las declaraciones tan especiales, tan peregrinas, que la mayoría de las veces hay que escuchar. Definitivamente, también hay divorcio de la afición con un banquillo que no termina de empatizar con los seguidores
