Apenas mes y poco ha sido suficiente para que a José Miguel Campos, el entrenador más fugaz que ha tenido el Cartagena en toda su historia (apenas dos semanas) pueda verse ya entre la espada y la pared.
Su equipo actual, el Mérida, fue configurado para luchar por el playoff pero los marcadores le han llevado de momento hasta la penúltima plaza, haciéndole compañía al débil La Roda. A Campos no le cabe otra que ganarle este domingo al FC Cartagena para evitar el rumor sobre un posible despido.
Campos ha demostrado con creces ser un buen entrenador. Ya lo hizo en el Baza en Segunda B hace más de una década, convirtiendo a los granadinos en una bonita campaña en Segunda B el año en el que el Cartagena fue campeón y quedó eliminado después por el Vecindario. Después lo volvió a demostrar con el Murcia B Imperial en Segunda B, con el Murcia en Segunda A y más tarde con una campaña extraordinaria en La Hoya Lorca que le condujo hasta el Granada B.
Ahora es posible que Campos y su ayudante, el cartagenero Manolo Requena, estén pasando por uno de los momentos más apretados de sus últimas campañas. Una circunstancia que le hará ser doblemente peligroso porque se sienten acuciados por la necesidad de ganar y de hacerlo ante un ‘grande’ de la categoría el triunfo tendría más valor todavía.
El fútbol es así de caprichoso y al final, en la mayoría de los casos, lo único que sirve es que tú equipo gane y esté dónde tiene que estar. Y el Mérida de Campos, de momento, es el penúltimo clasificado. Eso quiere decir que hay peligro a la vista porque de Campos no hay que fiarse. Sigue siendo un buen entrenador,