14 de febrero de 2010, 1:00
.Los dos han muerto el mismo día, 12 de febrero de 2010, picados por ese bicho maldito que, eufemísticamente, llamamos, “larga enfermedad”.
Dos leyendas, madridista y cartagenerista. A las dos los vi jugar.
El madridista lo ganó todo deportiva y económicamente, el cartagenerista ganó lo suficiente para granjearse la admiración de los aficionados y abonados, entre los que me encuentro, de la UD Cartagenera y el CD Cartagena de nuestras alegrías, sinsabores, sufrimientos desengaños y entretelas.
El chicharrero, Luis Molowny fue un excelente interior con una técnica envidiable y una polivalencia nada usual para su época.
El, desde hoy, honorífico marrajo, Luis Quesada, desarrolló su ciencia futbolística de delantero extremo con ambos pies, excelente toque de balón y especialista en tiros desde el punto fatídico.
Ambos fuisteis navegantes por mares distintos, Nuestro Mar y el Atlántico por donde pesca el marrajo.
Fuisteis de cuerpo robusto, macizos muy activos, con fuerza descomunal y gran velocidad, y de la misma manera que el pez de ambos mares, en ocasiones, pudisteis acercaros a las áreas teniendo la capacidad de saltar muy alto en busca de balones, penetrando en la portería combinando con esa fuerza y velocidad la aptitud de saltar muy alto por encima de los contarios gritando, ¡GOL! al cielo con los brazos abiertos.
Hoy, como en aquellas tardes gloriosas os imagino contándoos vuestras batallitas futboleras, arriba, en el cielo.
DESCANSAD EN PAZ, AMIGOS.
Dos leyendas, madridista y cartagenerista. A las dos los vi jugar.
El madridista lo ganó todo deportiva y económicamente, el cartagenerista ganó lo suficiente para granjearse la admiración de los aficionados y abonados, entre los que me encuentro, de la UD Cartagenera y el CD Cartagena de nuestras alegrías, sinsabores, sufrimientos desengaños y entretelas.
El chicharrero, Luis Molowny fue un excelente interior con una técnica envidiable y una polivalencia nada usual para su época.
El, desde hoy, honorífico marrajo, Luis Quesada, desarrolló su ciencia futbolística de delantero extremo con ambos pies, excelente toque de balón y especialista en tiros desde el punto fatídico.
Ambos fuisteis navegantes por mares distintos, Nuestro Mar y el Atlántico por donde pesca el marrajo.
Fuisteis de cuerpo robusto, macizos muy activos, con fuerza descomunal y gran velocidad, y de la misma manera que el pez de ambos mares, en ocasiones, pudisteis acercaros a las áreas teniendo la capacidad de saltar muy alto en busca de balones, penetrando en la portería combinando con esa fuerza y velocidad la aptitud de saltar muy alto por encima de los contarios gritando, ¡GOL! al cielo con los brazos abiertos.
Hoy, como en aquellas tardes gloriosas os imagino contándoos vuestras batallitas futboleras, arriba, en el cielo.
DESCANSAD EN PAZ, AMIGOS.
