22 de julio de 2014, 11:46
Palomeque está feliz. El que un día fuese un valladar en la defensa del Cartagena FC dirige ahora el filial CD Algar. Su nombre incluso llegó a sonar como futurible para dirigir al primer equipo pero al final todo se quedó en un rumor que, poco después, se transformaría en ‘algo más’ al ser pieza clave para que El Algar acabase siendo equipo filial.
Ahora disfruta con sus chavales. Y tiene trabajo con sólo ahormar los más de cuarenta jugadores que, por unas causas o por otras, se han dirigido al equipo del Sánchez Luengo para hacer las pruebas pertinentes. Especialmente son chavales recién cumplidos de muchos equipos juveniles de la zona que no tienen a dónde acudir. Y nada mejor para ello que hacerlo en el nuevo filial del Cartagena. El ‘efecto llamada’ ha empezado a funcionar.
De momento ya han disputado varios amistosos. Y Manolo Palomeque no puede estar más ilusionado teniendo en cuenbta la escasa o nula preparación que llevan. “Los otros días, ante el Betis, daba gusto verlos jugar. Mejor no lo pudieron hacer. Muchos pensaban que nos iban a hacer cinco goles por lo menos pero ya se vio después que no. Que dimos la cara a base de bien y que, aunque hemos recibido algunas críticas, todo hay que darlo por bien empleados si al final acabas contento. Y ese es mi caso, que estoy muy satisfecho con el rendimiento de los chavales”.
Manolo Palomeque cree que hay futuro con la cantera. “Yo creo que por vez primera en mucho tiempo van a empezar a hacerse bien las cosas. Ya se están haciendo. Yo creo que, ahora mismo, hay varios chavales que pueden hacer perfectamente la pretemporada con el equipo y luego ya se verá. De momento todos dieron la cara ante el Betis y eso ya es un paso importante”.
Precisamente el algareño fue el que dirigió al Cartagena durante el segundo tiempo ante el Betis. Ribas le cedi´ço su sitio en el banquillo y Manolo, el que mas conoce a los canteranos en su equipo, movió al equipo de tal manera que los béticos se encontraron con problemas. Tuvo buenas sensaciones y no le falta el optimismo para trabajar con ganas y con ilusión, que es lo que mueve montañas.
