Podría decirse que Óscar Rico tuvo su ‘venganza’ perfecta. No hizo mucho durante el partido, pero con el golazo que marco con su pierna izquierda justificó de sobra los 68 minutos que estuvo sobre el terreno de juego.
Óscar no quiso celebrar el gol como detalle de respeto a la que hasta hace dos semanas era su afición. Sólo hizo un gesto, dibujando un ciorazón con sus manos que, probablemente, iría dedicado a su esposa y familia, presentes en la tribuna.
Diez minutos más tarde su entrenador decidió sustituirle y fue la despedida soñada del Cartagonova porque el ilicitano se llevó el noble aplauso de unos seguidores que reconocieron su esfuerzo y le tributaron un fuerte aplauso por su etapa recién terminada como cartagenerista.