Mediada la segunda parte el hoy arlequinado Pablo Ruiz cayó al suelo, producto de un golpe fortuito con Braulio, y tuvo que ser atendido poe los cuidadores de su equipo. Fue cuestión de pocos minutos porque enseguida volvió, aunque con una aparatosa venda en la cabeza. Y fue ahí donde la afición cartagenerista, especialmente la que estaba ubicada en la zona de la Rambla, le tributó al defensa sevillano una cálida ovación por su rendimientob y su paso por el Cartagena, al que únicamente las lesiones le impidieron rendir más.
Pablo Ruiz formó con Pascal Cygan una de las parejas de centrales más estables que se recuerdan por Cartagena, hasta que las lesiones pudieron con ambos. Primero con Cygan cuando caía lastimado de gravedad en Soria a principios de diciembre, que le mantuvo casi dos meses alejados y, aunque volvió, ya nunca llegó a ser el mismo.
Con Pablo Ruiz ocurrió algo parecido. Fielato digno de Primera División, rindió a tope hasta que él sólo se lesionó en un partido ante el Recreativo de Huelva de hace dos temporadas. Ahí se truncó su excelente trayectoria en el Cartagena porque esa temporada se acabó para él.
Renovó en la siguiente porque Juan Ignacio Martínez apostó por él y se la jugó. Pero Pablo pasó más tiempo lesionado que jugando, aunque cuando lo hizo dio el nivel y, aunque no fue el jugador brillante de meses atrás pero sí respondió en la mayoría de los encuentros que disputó.
Tal vez por eso la afición cartagenerista quiso que Pablo Ruiz se llevase una buena ovación, en justo reconocimiento a todo lo que hizo y sufrió también a su paso por el Cartagena, donde demostró ser un buen jugador además de que, como persona, si es inmejorable.
