jueves. 28.03.2024
RC7 YA LE HA MARCADO SIETE GOLES AL EQUIPO DE SU TIERRA

No hay peor cuña que de la propia madera

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Rubén Castro celebra uno de sus goles como si fuera el primero de su carrera. Su ilusión es infinita, no tiene límites

Rubén Castro, el delantero canario que triunfa rotundamente en el Cartagena a sus 40 años, y de una manera arrolladora, vuelve a convertirse en la pesadilla para el equipo de su tierra natal. El atacante de La Isleta, recuerdan por Las Palmas, ya le ha marcado siete goles al equipo de su tierra en diferentes ocasiones y con equipos distintos.

RC7 llegó al Efesé procedente de la UD que lo dejó libre por diferencias económicas y por su edad, pero lejos estaban -ellos y cualquiera- de pensar que a Rubén le quedaba cuerda (y pólvora) para rato. Rubén es el ídolo absoluto de la afición cartagenera, a la que sólo le falta hacerle una estatua. Rubén, por poner una comparación con los delanteros canarios, lleva más goles que Viera (6) y Jesé (7) juntos y muestra una especial voracidad cuando actúa en el recinto de la Rambla de Benipila, escenario del partido que viene. Y es que en su condición de local ha firmado doce de los aciertos de su cosecha y, hasta en cinco ocasiones, lo hizo por partida doble ante la afición blanquinegra.

Y el pasado fin de semana, con sus remates a la red contra el Fuenlabrada alcanzó los 300 goles como profesional (93 en Primera y 68 con la camiseta de la UD) y frente a 67 rivales distintos, lo que le sitúa, camino de sus 41 años, en un escalón privilegiado y por encima de leyendas como Quini (283 goles) o Zarra (280). 

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Rubén Castro celebra esta campaña uno de sus goles junto a Cayarga

Solo Messi y Cristiano escapan, en lo que se refiere al campeonato español, a su voracidad, lo que da una dimensión del alcance de su carrera y que, desde aquella tarde en La Rosaleda en 2001, cuando Sergio Kresic le dio la alternativa, no ha parado de agigantarse. Que figure entre los cinco mejores realizadores de todos los tiempos le consagra para la posteridad.

Pero Rubén sigue a lo suyo, que es facturar y facturar en el área rival, por mucho que le dieran por jubilado hace tiempo. Sin ir más lejos, su marcha que levantó tanta polvareda en la UD Las Palmas en el verano de 2020 y en plena pandemia, se originó por diferencias económicas a la hora de hablar sobre su renovación. Belmonte, el dueño del Cartagena, ya ha dicho en privado y en público en más de una ocasión que, si por él fuera, Rubén Castro renovaba en cinco minutos.

Pese a que su hoja de servicios resultaba impecable, luego de marcar 30 goles en 66 encuentros oficiales en los dos cursos anteriores, el club apostó por otras variantes ofensivas al pensar que ya estaba amortizado. Sólo Araujo, con 11 aciertos en la campaña 2020-21, se aproximó a sus números, ya que Jesé, la otra gran baza, ni de lejos se le acerca.

Y de nuevo en la piel de emigrante, la que le ha llevado a militar hasta en diez clubes diferentes, contabilizando su etapa en China, se ha hecho ídolo en Cartagena. Si la campaña pasada el equipo blanquinegro mantuvo la plaza en Segunda fue, en gran parte, gracias a sus 19 goles. Y si ahora se ha destapado como un inesperado candidato al ascenso se debe, de igual manera, al estado de gracia eterno de su ariete, en contínua luna de miel con lo más complicado en el fútbol: la definición.

Los números de Rubén son asombrosos en los últimos cuatro ejercicios. Sin acabar el actual, lleva 64 goles (30 en la UD y 34, de momento, a beneficio del Cartagena). Ahora que Las Palmas está más necesitada que nunca de lograr un triunfo, tras dos decepciones consecutivas y desterrada a la novena posición, muchas de sus opciones, por no decir todas, pasarán por atar en corto a uno de sus canteranos más ilustres.

No hay peor cuña que de la propia madera
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