En este caso en el Nuevo Vivero no acudieron más de 1.300 personas que apoyaron lo suyo durante toda la tarde, especialmente tras la jugada que supondría la tarjeta roja para Moisés que dejaría a los blanquinegros en inferioridad numérica.
El Nuevo Vivero dista mucho del viejo campo del Badajoz, dónde el Cartagena recibió uno de los mayores varapalos de su historia con aquel doloroso 5-1 que supondría el ascenso pacense a Segunda División, con unas gradas atestadas de público que para nada se parecían a la de esta tarde dominical y con un recinto coqueto, moderno y funcional.