11 de junio de 2013, 14:08
"La semana que viene vuelvo para Uruguay a ver a la familia, pero espero poder salir a alguna otra parte", afirmaba un Nico Raimondi que se encuentra en Valencia, de paso hacia su tierra natal.
El uruguayo comentó sobre su temporada que "fue un año complicado por las lesiones, pero son cosas que pasan en el fútbol. Hay que seguir adelante, tratar las precauciones para que no vuelvan a pasar y esperar a ver qué es lo que Dios tiene preparado para mí".
Lo que tiene claro es que la continuidad en el conjunto albinegro es una quimera: "viendo lo que ha pasado en el último año no veo posible la continuidad en el Cartagena. Estoy agradecido con el club, los compañeros y con la hinchada. He conocido muchas personas que nos hicieron bien y tomo como algo positivo el hecho de que mucha gente nos dice que les gustaría seguir en contacto con nosotros. Al menos fuera de la cancha sí que hemos hecho las cosas bien, aunque dentro no hayan salido".
Porque lo que más destaca el espigado ariete es el trato de los aficionados: "la gente me recibió muy bien desde el principio, y han tenido conmigo más paciencia de la que merecía. Sé también que hay mucha gente molesta, pero lo único que puedo hacer es pedir disculpas y pensar que las lesiones no las controla uno".
Uno de los últimos episodios malos para él fue el cabezazo en el partido de vuelta de la promoción de ascenso, donde lanzó fuera un balón propicio para marcar: "En los primeros días le di muchas vueltas. La verdad que esa tarde podía haber cambiado todo para mí, pero viendo lo que pasó durante el año, lo normal era tirarla fuera".
Y como despedida, Raimondi dejaba un deseo: "me encantaría volver con mi familia a vivir por ahí, por el trato, por el lugar que es increíble y porque mi segunda hija es cartagenera".
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