sábado. 20.04.2024
Érase una vez una nube… Así podría comenzar el cuento de hadas que parece vivimos en Cartagena, en un momento dulce en lo futbolístico.

Los agoreros, que los hay (cada vez menos, por fortuna) podrán decir que más dura será la caída. O que este año el Cartagena tiene más suerte que el Tío de los Pitos. Pero es indiscutible que este comienzo de competición nos ha metido a todos en una nube nada tóxica. Tan acostumbrados los cartageneros (antes) a la contaminación ambiental, entrar ahora en una nube de dulce algodón es una delicia.

Si, al margen los marcadores, este equipo no estuviese respondiendo con un juego que confirma un trabajo bien hecho en su cimentación, la afición no estaría como se encuentra ahora, volcada con su equipo, paseando el liderato y con las puertas del Ruiz de Lopera abiertas de par en par para que pise la alfombra simbólica que el Betis tendrá que colocarle el domingo después del desayuno, pues el partido será matinal. A sudar la gota gorda en Heliópolis..

Después sucederá lo que tenga que suceder pero de momento la ilusión no tiene freno y procurar adormecerla con cantos de prudencia parece de lo más ortodoxo pero no concuerda con lo que quiere el público. Disfrutar en el día a día.

Este equipo trabaja, corre, pelea y se ve respaldado por la afición, aún no al 100 por cien en cuanto a asistencia, aunque sí en línea de llegar enseguida a continuar batiendo marcas hasta llenar el aforo.

En lo deportivo sus números son de equipo ascensor y a ninguno de sus seguidores puede ya ruborizarle el que a escala nacional se diga que este recién salido del abismo de la Segunda B es la revelación de la Liga Adelante. Las cartas credenciales son claras. Los números avalan a un conjunto que cabalga seguro de lo que hace. Ya no puede ir de pobre por la vida. Es modesto pero todo un señor equipo.

Reconforta saber que en la plantilla hay un jugador que, considerado por bastantes un a modo de Patito Feo, ha sabido hacer de tripas corazón y demostrar que sí se puede contar con él. Ander Lafuente ha sido una de las mejores piezas esta tarde y no por sus recortes con el balón sino por su trabajo de presión al contrario y por sus kilómetros recorridos en ayuda a la colectividad. Ahi el entrenador también se lleva su parte de gloria. JIM arriesgó insistiendo con Ander hasta que éste hizo explosión y bordó el mejor partido que se le recuerda. La defensa del Castellón puede dar fe.

Érase una vez una nube
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