Ricardo Escudero Marín, el árbitro del choque, no gustó a nadie. Sus errores provocaron las protestas de las dos aficiones, ni a ala cartagenerista ni tampoco a la alcoyanista.
No señalar el claro penalti cometido sobre Arturo fue un lastre que acabaría arrastrando a lo largo de la tarde. El hecho de que no señalase lo que fue tan claro fue recordado de forma continúa y permanente,a amén de bastantes jugadas que merecieron ser faltas.
Los alcoyanos también mostraron su disconformidad, especialmente a la ahora de repartir las tarjetas, aunque lo cierto es que este paisano del meta Limones –ambos son de Daimiel, Ciudad Real- dejó mucho que desear en esta su quinta vez que dirigía a los albinegros.