¿Son galgos o son podencos?

“De su madriguera
salió un compañero
y le dijo: «Tente,
amigo, ¿qué es esto?»
«¿Qué ha de ser? —responde—;
sin aliento llego...

Dos pícaros galgos
me vienen siguiendo».
«Sí —replica el otro—,por allí los veo...;
pero no son galgos».
«¿Pues qué son?» «Podencos»”.

(IRIARTE, fabulista)

Mi madre, pobrecita ella, si presenciase todo este espectáculo futbolero en el que me he metido, puede que llegase a preguntarse si me parió con alguna tara porque, últimamente, me está faltando algo, ¿estaré bien formado genéticamente? O igual es culpa de mi educación en los colegios de los hermanos seguidores de Marcelino Champagnat que, con su buen rollo, jamás aplicaron la vara. Gracias Hermanos.

El caso es que, en esto del fútbol, de la EFESEMANIA y del CARTAGENERISMO, lo reconozco, me faltan certidumbres, pero me divierto narrando a mi manera lo que pienso y veo, no está la cosa como para ir triste, de gris, solitario y deprimido por esos campos de Dios, con la que está cayendo en la sociedad futbolera y en la otra.

Últimamente estoy observando en mi entorno demasiado aficionado, mejor forofo, dogmático que están súper seguros de lo que piensan y de su postura en casi todos los temas y foros futbolísticos.

Yo debo parecer lego y hasta un poco papanatas: Siempre, cuando me pongo delante del teclado, se me representa la efigie del “todos tienen razón”, lo cual es tanto como decir que nadie la tiene.

Me está ocurriendo de nuevo estos días con el asunto de si son galgos o son podencos cuando se refieren a si nuestro equipo ascenderá o permanecerá en esta división, peldaño intermedio para ascender a la gloria.

Reconozco que lo futbolero me gusta desde que, como un gamo, corría en ese campo de tierra a la orilla del Segura envuelto y perfumado profusamente por ese olor de azahar que, por aquellos años, ¡Qué pena, huertano! adornaban con su verdor esas riberas.

Hace mucho que le estoy dando vueltas a la idea de si no habrá por ahí, rondando, algún diablillo, genio maligno cartesiano que quiera desviarnos de la idea de que el ascenso es posible, muy posible, argumentando que el tren pasó de largo el día de “er Beti”. Dicen que la EFESEMANIA ha decaído tanto que el “Mini Estadi” villarealense estará huérfano de su presencia.

Este decaído ánimo no me va a apear de mi optimismo, nadie me va a echar de las gradas o del sillón para presenciar los partidos en los estadios o en la tele, nadie, con sus escrúpulos, va a permitir que mi esperanza quede aparcada y abandonada junto al militar broncíneo y pensativo de la explanada de los Héroes de Cavite.

Detecto que ha decaído el animo de los aficionados y que algunos, bastantes, llevan tiempo ¿O no? Desparramando por tierra, alguno, no todos, de los valores reales de la EFESEMANIA.

Manifiestan que entre, jugadores cansados, lesionados, apartados olvidados, postergados e infrautilizados. Entrenador demasiado ofuscado y estático en las alineaciones y poco dado a variar a los futbolistas en las distintas convocatorias. No sale, dicen de sota, caballo y rey.

Se preguntan ¿para qué se realizaron cinco fichajes en el mercado de invierno? sí “los nuevos tienen que esperar”, porque “Los futbolistas que están aquí desde junio son los que nos han puesto terceros. Y se merecen un respeto. Los cinco que han llegado vienen para ayudarnos y con la idea de tener un bloque duro y con alternativas en la segunda vuelta”.

No tragan con el argumento de que “vamos a un campo difícil para enfrentarnos a un rival que siempre ha marcado en casa, donde sólo ha perdido una vez esta temporada”.

Pienso que nuestro equipo está capacitado y tú, Juan Ignacio, lo sabes. De ahí que esta manifestación sea, desde mi humilde punto de vista, más correcta,”nosotros, aun así, iremos a competir y a intentar ganar”.

A GANAR. Me falta certidumbre pero no esperanza, en fin. Necesito un revulsivo, seguro que llega mañana.

Pedro Roberto J.P. En Villamediana de Iregua. Dies3/5: ante diem tertium Nonas Martias