Que el Cartagena se ha empeñado en resucitar a los equipos en plena crisis salta a la vista. La Ponferradina ganó 0-1 en Cartagena tras seis jornadas sin hacerlo, el 1-1 en Leganés fue otro canto al sol, el Alcorcón llevaba once jornadas sin ganar cuando tuvo que conformarse (el Efesé) con aquel raquítico 1-1 en ‘Santo Domingo’, cuando el Huesca ganó 0-3 en el Cartagonova su nuevo entrenador aún no conocía la victoria y no hablemos del Mirandés-Cartagena (3-1) que había sido la última humillación. La última…hasta que llegó Gijón.
Podría decirse que han sido demasiadas ‘resurrecciones’ las de equipos que parecían o estaban en crisis hasta que apareció el Efesé. El Sporting ha sido el último en darse cuenta de las ‘bondades’ que, a veces, tiene el enfrentarse a un equipo irregular como pocos, capaz de lo mejor y de lo peor, de ilusionar y de decepcionar a sus miles de seguidores, muchos de ellos que ya no saben a qué carta quedarse.
Lo de Gijón ya colma el vaso. Jugó bien, muy bien incluso hasta que Delmás, en el minuto 38, tras dejar por su banda derecha toda una autopista para que pudiese entrar cualquiera, el balón que había disparado el ucraniano Kravest tropezó en el zaragozano para despistar lo suficiente a Marc Martínez, quien no pudo hacer nada por evitar el empate. A partir de ahí el desastre, primero con el VAR que se ‘chivateó’ de la mano de Gastón Silva –otra más—y después con los dos goles que seguirían casi calcados dejando a la defensa albinegra en el más absoluto de los ridículos.
Todo eso por no hablar de los cambios si demasiado sentido de Bodiger y Tejera que, hasta entonces, estaban siendo los dueños en el centro del campo.Se fueron y se acabó lo que se daba. Este Efesé acabó convertido en el equipo patetico del que hablamos en la crónica.