viernes. 19.04.2024
No es de extrañar que la afición del Nàstic empiece a estar harta de los suyos. Aunque la clasificación dice que los granas ocupan la zona media y que -ojo- si hubiesen ganado al Albacete serían cuartos, la realidad que ha visto el público del Nou Estadi, ni por juego ni por resultados, se acerca a esa situación clasificatoria. Todo lo contrario: lo que ha visto Tarragona de su equipo ha sido propio de un equipo condenado al descenso, como lo demuestran los 5 puntos que han sumado los granas en casa en seis partidos disputados.

Si hace una semana todo eran elogios para el mejor visitante de la categoría, hoy llegan los reproches para un bloque que ya es el segundo peor local, superando sólo a un Murcia lamentable. ¿Cómo explicarlo? Probablemente exista más de una causa, aunque la más escuchada entre los aficionados a la salida del Nou Estadi el sábado tiene que ver con la mentalidad defensiva del bloque.

Si se trata de un equipo construido para aguantar el empate a cero hasta que la eficacia conceda oxígeno en el marcador, un equipo que por lo tanto prefiere que sea el rival quien conduzca el partido para poder así centrarse en defender y evitar errores, no es de extrañar que en casa, cuando por inercia le toca llevar la iniciativa, se sienta más extraño. No sabe, porque no quiere saber, llevar la iniciativa ni jugar al ataque. La mejor prueba, más allá de las sensaciones de rácano que deja el equipo con el balón en los pies, son los números: el Nàstic aún no ha sido capaz de marcar más de un gol en ningún partido. Por algo será.

Además, un posible segundo motivo de esa incomodidad en casa reside en que, cuando las cosas se tuercen, el Nàstic es un equipo que psicológicamente lo nota, contagiando así a su público -o viceversa, quizás-, lo que genera a su vez el murmullo y los pitos de la grada, y revierte en un nerviosismo aún mayor de los futbolistas. Y vuelta a empezar.Y no hace falta que el rival se adelante como hizo el Albacete, aunque sí es la forma más evidente de apreciarlo.

Basta que la cosa se tuerza mínimamente: esto es, que a los granas se les atragante el partido y, obligados a atacar en su campo ante un rival encerrado, demuestren que no son capaces de seguir un modelo ni un patrón ofensivo. Y Líbero Parri en la grada.Todas esas circunstancias no se dan fuera de casa, donde el Nàstic no tiene porqué avergonzarse de estar encerrado esperando a la estrategia o al error rival, y dónde nadie le reprocha su nula creatividad.

EL INTRATABLE CARTAGENA
El problema es que el chollo de ganar tan a menudo fuera se puede acabar cualquier día -quién sabe si ante el intratable Cartagena el domingo- y entonces no quedará nada a lo que agarrarse. Por eso urge un cambio de la dinámica actual. Salir a ganar desde el inicio sería un buen primer paso.




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