3 de noviembre de 2015, 15:04
Atletas son atletas, da igual la nacionalidad o el estatus. Claro, los que son campeones de primera clase entrenan fuerte para ganar, una competición tras otra, mientras otros somos felices participando. Los que son jóvenes tienen su futuro deportivo por delante, mientras otros que ya alcanzaron su nivel máximo, se quedan poniendo hielo en sus músculos doloridos, después de entrenar y viven a base de ibuprofeno. Yo pertenezco al último de esos dos grupos y estoy orgullosa de ello.
Cuando era joven, fui jugadora de baloncesto y voleibol. Entre los 16 y los 28 años, pas´r por 5 cirugías de rodilla. Los médicos me prohibieron correr e insistieron que nunca más jugara deportes de alto impacto. No me importaba renunciar a correr, pero no podía pensar que no podría pertenecer a ningún tipo de equipo deportivo, especialmente porque siendo la mujer de un militar hace que tenga que mudarme por todo el mundo. Por mi experiencia, sé que los deportes conecta a la gente, ayudan a hacer amistad y rellena los huecos entre los diferentes idiomas y culturas.
Me presento: soy y soy de USA: Llegué con mi marido a España en Agosto de 2.012 y el polideportivo de San Javier se convirtió en nuestro segundo hogar. ¡Con tantas y tan diferentes actividades deportivas no nos podíamos resistir!. Fui atraída a la, por entonces, nueva clase de Boot Camp. Quería ser empujada a mi límite. Mi habilidad con el español era casi inexistente, pero tenía el respeto de los demás; Además, fui la única mujer del grupo en los primeros nueve meses. A medida que nuestro grupo se transformó en equipo, mi situación especial se transformó en la "capitana” , que recibí con "todo un honor”.
Por fin, otras mujeres se unieron a nuestro equipo y así empezó nuestro apoyo entre "hermanas”. Una de esas nuevas amigas, dijo que iba a competir en el triatlón local y me pregunto si quería apuntarme. Todos en nuestro equipo, estaban haciendo algún tipo de deporte extremo: nuestro entrenador, Joaquín, volvió a la cima de los españoles en su amada Lucha, otros escalaban 46 km. de montaña "por divertirse” y los que no, corrían en carreras locales o nacionales de las llamadas Espartanas: Quería encajar, ganarme su reconocimiento y ser parte de aquel equipo. A mí, ya me gustaba el ciclismo y la natación no me asustaba. Sólo faltaba el súper sprint: 2,5 km. corriendo. Estaba convencida que todo mi entrenamiento era suficiente.
Con nuestros tutus de color neón, mi amiga y yo nos unimos a los rangos de los super sprinters e hicimos el desafío del TriWhite. Me sorprendí, no se me daba mal nadar, el ciclismo era divertido (a pesar de no tener una bicicleta de carreras) y todavía pude correr los 2,5 km. después de todo eso: ¡Era el primer triatlón de mi vida y quede tercera de mi categoría veterana!.
Al día siguiente, me compre una bicicleta de carreras usada y me apunte a las clases de natación, para poder aprender a nadar correctamente y además a pilates. Continúe con los entrenamientos "bootcamperos”. Además, me uní a mi gran amor, me inscribí en el club Belich de voleibol pero esta vez en la playa. ¡Mi pulso deportivo había vuelto y no podía ser más feliz!. Como se suele decir, llega la sabiduría y las visitas a Eli, la fisio.
Este año, fue mi cuarto triatlón y en mi ciudad natal: Nuevamente termine la cuarta de las veteranas. Mi equipo de bootcamperos me quiere y me respeta y hoy, mi única competidora soy yo misma, mi edad, mi peso y mi rodilla.
El año que viene nos mudamos, ¡otra vez! Pero siempre agradeceré a todos los entrenadores increíbles en el polideportivo, los amigos que he hecho y el amor y apoyo que cada uno me a dado. Siempre seréis el recuerdo de España que llevaré dentro de mi corazón.
Gracias, amigos. Gracias entrenadores. Gracias polideportivo.
Un abrazo, Jaen Lynn.
