11 de septiembre de 2012, 18:30
Las obras están paradas, no hay ningún obrero trabajando y ni siquiera está acabada la cubierta de la que se dijo que faltaba la colocación de la penúltima capa para dejarla impermeabilizada. Hoy día sigue sin acabar. Lo explicamos en este reportaje.
El que alguna vez se supone que se convertirá en el Palacio de Deportes de Cartagena lleva varios meses con las obras paradas y lo peor es que ni se sabe ni se contesta a cuándo se reiniciarán los trabajos. A mitad del mes de mayo ya se informaba que la constructora del Palacio pedía un millón más pero el Ayuntamiento salió al paso al asegurar que no pagaría a Dragados-Emurtel ni un solo céntimo más de los 3,5 millones que se pactaron para poner el punto final a unas obras que, ya entonces, llevaban medio año parado. Si le sumamos cuatro meses tendremos los números claros: diez meses con las obras paradas.
Las diferencias están en ese millón de euros solicitado por la empresa constructora mientras la alcaldesa de Cartagena, Pilar Barreiro, se plantó en el mes de mayo con unas declaraciones en las que hablaba de las posibilidades para hacer realidad su advertencia sobre un rescate de las obras.
El problema se encuentra enquistado porque la Unión Temporal de Empresas (UTE) que la forman Dragados y Emurtel y que acordó en en año 2009 con el Gobierno Municipal una revisión de precios de 3,5 millones de euros, lo que dejaría el coste definitivo de las obras en 17.8 millones de euros. Pero desde finales del pasado año reclama un abono adicional como liquidación.
{sumario:La alcaldesa advirtió en mayo que si en septiembre no se activaban las obras se plantearía un rescate de las mismas:sumario} Todo esto ya viene de largo. Hace once años, en 2001 fue Pilar Barreiro, alcaldesa de Cartagena, quien lograría que el Ministerio de Fomento anulase la concesión de las obras de rehabilitación del palacio Consistorial y volver a licitar las obras que faltaban.
Algo parecido es lo que ahora pretende hacer de nuevo. En mayo puso a septiembre como fecha tope porque ya había suficiente disparidad de criterios entre la administración local y la constructora para repetir lo que ya hizo el Ayuntamiento en 2001.
El propio José Cabezos aseguró entonces que el gobierno municipal “no iba a ceder ni un milímetro en la defensa de los derechos públicos”, una frase muy política pero que deberá de quedarse ahí a juzgar por los resultados.
{sumario:Las obras ya acumulan un retraso de cinco años y la preocupación es evidente entre los ciudadanos de a pie:sumario} Las obras ya acumulan cinco años de retrasos y más retrasos y el malestar y la preocupación es evidente. Solo hay que darse una vuelta por la Avenida del Cantón (subida a Tentegorra) y pararse durante unos minutos a escuchar los comentarios de aquellas personas que pasan a diario por las obras y comprueban su estado de dejadez y abandono más absoluto.
Los últimos problemas técnicos confirmados en su día desde el Ayuntamiento estuvieron relacionados a la hora de cumplir el presupuesto y la seguridad de hacer impermeable la cubierta. Aquella empresa se fue a la quiebra y surgieron entonces muchos problemas para encontrar a otra que asegurara el cierre de aluminio.
Y aunque al final se optó por combinar el aluminio y láminas de caucho lo cierto es que, al día de hoy, todo sigue como estaba. No deja de ser el Palacio de la vergüenza: diez meses con las obras paradas y sin atisbos de llegar a acuerdo alguno.
El que alguna vez se supone que se convertirá en el Palacio de Deportes de Cartagena lleva varios meses con las obras paradas y lo peor es que ni se sabe ni se contesta a cuándo se reiniciarán los trabajos. A mitad del mes de mayo ya se informaba que la constructora del Palacio pedía un millón más pero el Ayuntamiento salió al paso al asegurar que no pagaría a Dragados-Emurtel ni un solo céntimo más de los 3,5 millones que se pactaron para poner el punto final a unas obras que, ya entonces, llevaban medio año parado. Si le sumamos cuatro meses tendremos los números claros: diez meses con las obras paradas.
Las diferencias están en ese millón de euros solicitado por la empresa constructora mientras la alcaldesa de Cartagena, Pilar Barreiro, se plantó en el mes de mayo con unas declaraciones en las que hablaba de las posibilidades para hacer realidad su advertencia sobre un rescate de las obras.
El problema se encuentra enquistado porque la Unión Temporal de Empresas (UTE) que la forman Dragados y Emurtel y que acordó en en año 2009 con el Gobierno Municipal una revisión de precios de 3,5 millones de euros, lo que dejaría el coste definitivo de las obras en 17.8 millones de euros. Pero desde finales del pasado año reclama un abono adicional como liquidación.
{sumario:La alcaldesa advirtió en mayo que si en septiembre no se activaban las obras se plantearía un rescate de las mismas:sumario} Todo esto ya viene de largo. Hace once años, en 2001 fue Pilar Barreiro, alcaldesa de Cartagena, quien lograría que el Ministerio de Fomento anulase la concesión de las obras de rehabilitación del palacio Consistorial y volver a licitar las obras que faltaban.
Algo parecido es lo que ahora pretende hacer de nuevo. En mayo puso a septiembre como fecha tope porque ya había suficiente disparidad de criterios entre la administración local y la constructora para repetir lo que ya hizo el Ayuntamiento en 2001.
El propio José Cabezos aseguró entonces que el gobierno municipal “no iba a ceder ni un milímetro en la defensa de los derechos públicos”, una frase muy política pero que deberá de quedarse ahí a juzgar por los resultados.
{sumario:Las obras ya acumulan un retraso de cinco años y la preocupación es evidente entre los ciudadanos de a pie:sumario} Las obras ya acumulan cinco años de retrasos y más retrasos y el malestar y la preocupación es evidente. Solo hay que darse una vuelta por la Avenida del Cantón (subida a Tentegorra) y pararse durante unos minutos a escuchar los comentarios de aquellas personas que pasan a diario por las obras y comprueban su estado de dejadez y abandono más absoluto.
Los últimos problemas técnicos confirmados en su día desde el Ayuntamiento estuvieron relacionados a la hora de cumplir el presupuesto y la seguridad de hacer impermeable la cubierta. Aquella empresa se fue a la quiebra y surgieron entonces muchos problemas para encontrar a otra que asegurara el cierre de aluminio.
Y aunque al final se optó por combinar el aluminio y láminas de caucho lo cierto es que, al día de hoy, todo sigue como estaba. No deja de ser el Palacio de la vergüenza: diez meses con las obras paradas y sin atisbos de llegar a acuerdo alguno.
