viernes. 29.03.2024
Cabezos comenzó a leer sus papeles justificando la disolución, este pasado verano, del Patronato Municipal de Deportes. No se sonrojó cuando la calificó de “acertada” y de postre se permitió el lujo de llamar “agoreros” a los que vaticinaron despidos que se han producido al no renovarse numerosos contratos temporales.
 
Tampoco le salieron los colores cuando habló de los convenios con los distintos clubes de fútbol base de Cartagena. Presidentes de clubes que estaban presentes prefirieron salir de la sala para no escuchar lo que sólo él y algunos más se podían creer.

Y para qué hablar del inacabado Palacio de Deportes de Cartagena. Dijo que en 2013 estarán acabadas las obras pero sin más datos y se atrevió a mencionar proyectos que sólo están en la mente de algunos como un campo de rugby en La Asomada, en sus minutos de gloria ni se acordó de deportes como el voleibol, balonmano, gimnasia rítmica o el tenis. Como si no existieran. Eso sí, habló de fútbol, de fútbol y de más fútbol. De los casi 300.000 euros que le cuesta el Cartagena al Ayuntamiento y de sus 'logros' con el club de Paco Gómez.

Pero su peor gesto estaría por llegar. A la hora de los agradecimientos personales se limitó a nombrar a cuatro personas de su entorno dentro de la concejalía y obvio a todo lo demás incluyendo a personal muy válido, lo suficientemente preparados y válidos. Entre ellos a Eduardo Armada Ros, director gerente del extinto PMD durante los últimos 30 años y al fallecido Luis Ruipérez, fundador del mencionado PMD. Ni una sola palabra de gratitudhacia ellos. Tremendo. Ni el político más pardillo lo habría hecho peor.

 Un feo gesto políticamente incorrecto, un grave deslizque fue muy comentado porque no se trataba de ningún olvido porque acudió con el discurso escrito y preparado a conciencia. Tuvo que llegar después Alonso Gómez López, actual concejal de Consumo y el anterior edil de Deportes, quien pusiera los puntos sobre las íes al pedir el reconocimiento público tanto para Armada como para Ruipérez encontrando como respuesta uno de los mayores aplausos de la noche. Cabezos quedo en el más espantoso de los ridículos.

Porque el discurso de Cabezos fue un borrón a la noche más hermosa del deporte cartagenero. Él sólo quedó en evidencia y demostró qué clase de político se encuentra al frente del deporte cartagenero. Para lo que dijo (y lo que no dijo) mejor habría estado callado.

El patético discurso del concejal de Deportes
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