Si Lola Flores ya dijo que era la más grande Perico Arango se dio el gustazo de decirse algo parecido. “Yo he sido profeta en mi tierra”. Y es verdad. Aquel lateral derecho enclenque pero con dos narices, que siempre jugaba con las medias bajadas como lo hacía Manolo Sanchis en aquel Real Madrid ye-ye de los años sesenta y que empezaba (Arango II le llamaban entonces) a destacar en un Atlético Cartagena que dirigía el militar Valle, aquel lateral ha triunfado en todos los órdenes de su vida pero especialmente en dos, como persona y como futbolista.
Pedro Arango ha jugado con el FC Cartagena en todas las categorías del fútbol español, menos en Primera División. Ha sido capitán del equipo en Segunda A, en Segunda B, en Tercera División y en Regional Preferente, todas las categorías en sisal apuestas. Ha jugado con el Valencia la Copa de Europa –la actual Champions League- con Alfredo Di Stefano como entrenador en el banquillo del Valencia una tarde gloriosa para este pequeño gran futbolero, que le tocó marcar y aburrir al mismísimo George Best en Old Trafford, el mítico ‘Teatro de los Sueños’, el estadio más grande de Inglaterra y el undécimo de Europa. Ha estado en muchas de las batallas más importantes de su Cartagena, con el que ha ascendido de categoría en varias ocasiones y de donde pasó de jugar en Preferente a la Segunda División en apenas unos años.
Inolvidables son sus centros de rosca desde aquella banda derecha del estadio municipal El Almarjal que recorrió miles de veces y que se conocía mejor que el pasillo de su casa. Una vez, cuando ya tenía treinta y muchos años, le preguntaron en dónde estaba el secreto de su longevidad en los terrenos y entonces dijo aquello de que “es la doble W, Winston y whisky”. Aquello era una de las muchas bromas que solía gastar, y que suele gastar todavía, pero es evidente que la cave estaba en la fortaleza física que siempre ha tenido. De hecho, a sus 75 años, después de haber sufrido un infarto jugando un partido amistoso con los veteranos en Orihuela y de haber superado un ictus, todavía se permite el lujo de jugar de vez en cuando alguna que otra ‘pachanguita’ con sus amigos. Un lujo.
Perico Arango es profeta en su tierra. Merecería una estatua, darle su nombre a una de las calles de Cartagena para que su nombre quede para siempre. Ya tiene dedicada una de las puertas del estadio Cartagonova. Pedro nos decía que es feliz porque los homenajes y los parabienes que tengan que darle se lo están haciendo en vida, los puede disfrutar junto a Marujica, su mujer desde que eran unos críos.
Perico Arango, profeta en su tierra. Con todas las palabras. Este es nuestro homenaje particular a un personaje, un futbolista en toda regla que además, es el que más veces se ha puesto la camiseta de su Efesé del alma. Un grandísimo lateral, inigualable, una leyenda –añadimos nosotros- del fútbol cartagenero.
