sábado. 20.04.2024

Mireia Belmonte salió del último viraje en cuarta posición, fuera del podio, un metro por detrás de Hannah Miley. La piscina del Estadio Acuático era un hervidero. El público vociferaba. Katinka Hosszu se encaminaba hacia el récord del mundo, Maya Dirado la seguía enganchada a su remolino, y solo el tercer puesto quedaba liberado a la disputa. Solo el bronce, a merced de lo que hicieranla española y la escocesa, amigas fuera de la piscina, y condenadas a procurarse el hundimiento recíproco en los últimos 50 metros. Brazada a brazada. Sin aire pero con corazón. Ganó Mireia. En el último metro. En el último centímetro. Se adelantó quince centésimas de segundo y atrapó el primer bronce de la delegación de España en los Juegos de Rio. Con la uña. Pero con mucho valor. Los 400 estilos no son cualquier prueba. Son la prueba que consagra a los nadadores más completos.

Los 400 metros de estilos combinados constituyen un laberinto de piezas múltiples cuyo encaje depende de relaciones de interdependencia. No hay táctica segura. Cada plan encierra un riesgo de hundimiento. La probabilidad del desequilibrio es equivalente a la imposibilidad de prever la reacción de ocho organismos terrestres sometidos al estrés del esfuerzo máximo en el medio acuático ejecutando los cuatro estilos. En orden sucesivo, mariposa, espalda, braza y crol.

Mireia cumplió con el plan y se perdió en la corriente. Si salió de la piscina con una medalla de bronce colgada del cuello no fue tanto por el efecto lógico de la aplicación de unas ideas proyectadas. Fue por su bravura. Por el punto salvaje. “Por la sangre”, como dijo su entrenador, Fred Vergnoux. “Porque le salió el gato que lleva dentro. ¡No puede ser que hiciera el último 50 en 29 segundos!”.

El plan de Mireia consistió en dejar que Katinka Hosszu hiciera de liebre para tener un ritmo de referencia que le permitiera controlar la carrera y asegurarse la plata. A su derecha por la calle cuatro la húngara salió como un tiro. A su izquierda, en la calle dos, Miley avanzó aparentemente bajo control. El primer parcial, el de mariposa, le sirvió a la española para ahorrar energía. Lo nadó cuatro décimas más lento que en la clasificación. Decidió concentrar su esfuerzo en mejorar el parcial de espalda, su punto débil y el arma imbatible de Hosszu. Y lo consiguió. Mireia nadó la espalda más rápido. Pero lo pagó en la braza. Cuando emergió al salir del viraje en el paso por el 200 descubrió que la estadounidense Maya Dirado, por la calle cinco, lejos de su radar, se le había escapado. Dos segundos. Demasiados.

Quizás Mireia se dejó llevar por la confusión. En plena crisis, Miley hizo 100 buenos metros de braza y se puso tercera. A su amiga no le quedó más remedio que verla como al enemigo. “El último 100 fue la clave”, dijo Mireia. “Veía a Hannah bastante lejos, pero a la vez asequible y me la jugué. Pude conseguir el bronce por muy poco. Pero para mí es un muy buen comienzo de campeonato”.

Mireia Belmonte, del UCAM, logra el bronce y primera medalla para España en los 400...
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