27 de diciembre de 2009, 1:00
Si hace doce meses nuestra mayor preocupación era no perder la estela del Castilla, o que Lorca y Alcorcón no nos alcanzaran en la clasificación, terminamos 2.009 aún bajo los efectos de una verdadera eclosión; un auténtico giro de 180º que ha proporcionado la profesionalización del fútbol en nuestra ciudad y que en el verano pasado se confeccionara el mejor plantel de futbolistas que haya tenido jamás un equipo de Cartagena, tuviera aquél la denominación que fuera.
Si hace un año muchos cartageneros esperaban hasta el lunes, y sin demasiado entusiasmo, para tener noticias de lo que había ocurrido ese fin de semana, ahora cada quince días Cartagena afronta ilusionada los partidos en casa. Una ilusión que, además, se proyecta a los partidos a domicilio, siendo capaz incluso de movilizar a muchos más aficionados de los entraban en el Carthagonova entonces.
Pero es que, además, terminamos 2.009 de la mejor manera que jamás hubiéramos podido imaginar. Al margen de lo obvio –la clasificación-, el último partido supuso un auténtico espaldarazo para el ánimo y la confianza del equipo. Se ganó en Valencia demostrando una unión y compromiso de la que a buen seguro muy pocos equipos pueden presumir.
Juan Ignacio hizo algunos retoques, algunos de ellos tácticos (los primeros de la temporada en el equipo de inicio), y sin embargo acabamos con la sensación de que el equipo salía reforzado y que, esos jugadores que habían jugado menos hasta ahora, serán también importantes en 2.010. En cuanto a la unidad del grupo es indudable, bastó ver que fueron De Lucas y Víctor los primeros que saltaron del banquillo que nunca habían ocupado, para abrazarse con Toché y celebrar el primer gol.
Afrontamos 2.010, por tanto, de forma inmejorable, a sólo unos 20 puntos de consolidar el proyecto y garantizarnos una temporada más en la división de plata de la mejor Liga del mundo. De hecho, no me resisto a imaginar que si este próximo año se pareciera aunque fuera un poquito al que estamos a punto de dejar atrás, quizá incluso se podría hacer realidad “eso” que todos en algún momento, aunque haya sido de forma fugaz, hemos tenido en mente.
En fin, ya veremos…FELIZ 2.010.
Si hace un año muchos cartageneros esperaban hasta el lunes, y sin demasiado entusiasmo, para tener noticias de lo que había ocurrido ese fin de semana, ahora cada quince días Cartagena afronta ilusionada los partidos en casa. Una ilusión que, además, se proyecta a los partidos a domicilio, siendo capaz incluso de movilizar a muchos más aficionados de los entraban en el Carthagonova entonces.
Pero es que, además, terminamos 2.009 de la mejor manera que jamás hubiéramos podido imaginar. Al margen de lo obvio –la clasificación-, el último partido supuso un auténtico espaldarazo para el ánimo y la confianza del equipo. Se ganó en Valencia demostrando una unión y compromiso de la que a buen seguro muy pocos equipos pueden presumir.
Juan Ignacio hizo algunos retoques, algunos de ellos tácticos (los primeros de la temporada en el equipo de inicio), y sin embargo acabamos con la sensación de que el equipo salía reforzado y que, esos jugadores que habían jugado menos hasta ahora, serán también importantes en 2.010. En cuanto a la unidad del grupo es indudable, bastó ver que fueron De Lucas y Víctor los primeros que saltaron del banquillo que nunca habían ocupado, para abrazarse con Toché y celebrar el primer gol.
Afrontamos 2.010, por tanto, de forma inmejorable, a sólo unos 20 puntos de consolidar el proyecto y garantizarnos una temporada más en la división de plata de la mejor Liga del mundo. De hecho, no me resisto a imaginar que si este próximo año se pareciera aunque fuera un poquito al que estamos a punto de dejar atrás, quizá incluso se podría hacer realidad “eso” que todos en algún momento, aunque haya sido de forma fugaz, hemos tenido en mente.
En fin, ya veremos…FELIZ 2.010.
