viernes. 19.04.2024

Ahora sí

Un artículo de opinión de CARLOS SÁNCHEZ (@charlidsg) Se me hace complicado escribir estas líneas ahora mismo. Nunca fui partidario de los cambios de entrenador a mitad de temporada, ya se llame el técnico Víctor, Pato o Perico el de los palotes. Pero este lunes es la primera vez en toda...

Un artículo de opinión de CARLOS SÁNCHEZ (@charlidsg)

Se me hace complicado escribir estas líneas ahora mismo. Nunca fui partidario de los cambios de entrenador a mitad de temporada, ya se llame el técnico Víctor, Pato o Perico el de los palotes. Pero este lunes es la primera vez en toda la campaña en la que tengo la sensación de que el cambio necesario pasa por un relevo en el banquillo. La dinámica del equipo es tan mala que hay que meter un elemento de ruptura dentro de las rutinas para tratar que la cosa cambie. No esperes diferentes resultados haciendo lo mismo de siempre.

Hace siete días, tras la derrota en La Línea, pensaba que el movimiento adecuado era tocar los resortes de la plantilla en la última semana de mercado. Dar cuatro o cinco bajas y negociar otras tantas altas, para activar, como poco, el orgullo propio de unos jugadores que, hasta el momento, no lo han sacado. El rendimiento de la plantilla está claramente por debajo de lo esperado. Sin embargo, el mercado es despiadado y da pocas opciones cuando acudes a él con escasos recursos económicos. Además, las bajas que se han dado distan mucho de ser de futbolistas importantes. Los Jonxa, Palau o Álex Jiménez no son culpables de la situación.

Es por ello que el único cambio de calado factible es el del entrenador. Entre otras cosas, porque la progresión del equipo se ha frenado y asoma más hacia abajo que hacia arriba. Entre otras cosas, porque parece no dar con la solución para activar al equipo sin alma que se vio ante el Sevilla Atlético. Entre otras cosas, porque desde fuera se le intuye un desgaste serio ante la situación. Entre otras cosas, porque es incapaz de dar explicaciones convincentes ante la dinámica negativa en la que está sumido el Cartagena. Y son conclusiones de jornada 23.

Víctor ha tenido en el Cartagena un escenario idóneo para su debut como entrenador, algo que no ha sabido aprovechar. Ha tenido a la afición y a los medios de cara, por el bagaje que se ganó como jugador. Ha disfrutado de la paciencia de una grada que suele tener la mecha muy corta y ha tenido la opción de trabajar con tranquilidad. Nadie dijo una palabra más alta que otra cuando el equipo llegó a ser colista, o tras sumar solo cinco puntos en las seis primeras jornadas. Víctor ha tenido tiempo para enderezar el rumbo del equipo. Todos esperábamos una mayor progresión, y una segunda vuelta mejor que la primera.

Cuando todo parecía repuntar (victorias ante Marbella, Villanovense y La Hoya), de repente todo se ha frenado en seco. Siete partidos sin ganar, sumando tres empates y cuatro derrotas, 3 puntos de 21 posibles, a solo tres puntos de promoción de descenso, y la sensación de que el equipo se ha metido en un jardín del que parece incapaz de salir. Víctor no ha aprovechado la paciencia que ha disfrutado. Seguramente en ningún otro equipo a donde vaya - y ojalá triunfe en buenos banquillos de Primera - va a tener ese crédito del que aquí sí ha gozado desde el minuto 1.

Como reza arriba del todo, esta es mi opinión, irrelevante para el caso. Las opiniones relevantes son las de Belmonte, Deseado y Breis, rectores del club, que se están jugando su dinero, patrimonio, tiempo y prestigio, y que son los que deben actuar. En un sentido o en otro, pero actuar antes de que se vaya de las manos. Por respeto a los aficionados, primero, y al trabajo que ellos mismos están teniendo institucionalmente en el club, después.

Ahora sí
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