sábado. 20.04.2024

El ambiente tóxico se traslada a casa del vecino

Un artículo de opinión de CARLOS SÁNCHEZ (@charlidsg) Imaginemos un equipo, al que llamaremos 'Equipo A'. Dicho equipo lleva una racha de tres partidos consecutivos ganando. Dos victorias solventes como local encadenadas a otra importante de visitante tras haber ido por detrás en el marcador. Con ese bagaje, y jugando en...

Un artículo de opinión de CARLOS SÁNCHEZ (@charlidsg)

Imaginemos un equipo, al que llamaremos 'Equipo A'. Dicho equipo lleva una racha de tres partidos consecutivos ganando. Dos victorias solventes como local encadenadas a otra importante de visitante tras haber ido por detrás en el marcador. Con ese bagaje, y jugando en casa, a los 20 minutos del cuarto partido empieza a recibir pitos de su público por ir empatando a cero, resultado con el que se llegaría al final de ese encuentro.

Y ahora pasemos a hablar del 'Equipo B'. Este conjunto no ha comenzado nada bien la temporada, con solo 5 puntos de 18 posibles. Viene de perder en casa del líder y, a pesar de tener muchas ocasiones y de generar mucho fútbol, solamente vence por la mínima en casa a uno de los colistas. El partido se le empieza a atragantar tanto que el empate era una posibilidad muy real. En ese momento, sus aficionados deciden hacer palmas y animar. El equipo se levanta y sentencia tras una jugada de tesón.

Creo que no hace falta que ponga nombres, porque ya todos sabéis a qué equipos me refiero. Y es que la ansiedad y el ambiente tóxico se ha trasladado a las gradas de Nueva Condomina. Jornada sí y jornada también leemos el titular que dice que la de este domingo es "la peor entrada de la historia". Pero, además, los que van lo hacen con la escopeta cargada y disparando a los jugadores y al técnico las balas que tendría que tragarse Samper. Cierto que ver un partido del Murcia resulta a veces tedioso, pero va en consonancia con el resto de la categoría. Los que están sobre el verde pagan, con ese ambiente tan malo, los platos que ha roto el dueño de la entidad.

En contraste, la grada del Cartagonova se ha purificado tras un año en el purgatorio. Ha saboreado la amargura de convivir con el fantasma del descenso hasta el último segundo de la temporada. Se ha rehecho de una nefasta gestión y se ha subido a la moto de la ilusión que están queriendo vender Paco Belmonte y los suyos. Sin duda, el ambiente en la rambla de Benipila es mucho más sano que el que se respira en Churra, al norte de la ciudad de Murcia.

La clasificación, eso sí, es incontestable a estas alturas. Los números no entienden de ambientes o dinámicas. Pero los grana, en su casa, juegan arrastrando una losa que el Cartagena solía tener, pero ya no.

El ambiente tóxico se traslada a casa del vecino
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