martes. 23.04.2024

Campanada, pero de impotencia

Sopló un aire frío cuando el catalán David Miranda Torres hizo sonar el pitido final. El  aire de la nada, ese aire castellano con frialdad de estepa, hizo temblar el cuerpo de todos nosotros. Uno, que es castellano viejo, recuerda aquello de “ancha es Castilla” y ese es el espíritu...

Sopló un aire frío cuando el catalán David Miranda Torres hizo sonar el pitido final. El  aire de la nada, ese aire castellano con frialdad de estepa, hizo temblar el cuerpo de todos nosotros. Uno, que es castellano viejo, recuerda aquello de “ancha es Castilla” y ese es el espíritu que esta tarde ha rondado por el José Zorrilla. Tan ancho es y ha sido el campo castellano que este FC Cartagena ha perdido sin merecerlo y se ha marchado de este Zorrilla pucelano envuelto en toda una manta depauperada y famélica.

Esta pírrica derrota, pero derrota, me ha recordado aquellas hermosas tiras del gran Quino, en las que Mafalda asiste al arrebato de indignación que provoca en un anciano el paso de un joven melenudo y barbado, con atuendo hippie, que le hace exclamar: “Esto es el acabose”, a lo que Mafalda replicó: “No exagere, sólo es continuose del empezose de ustedes”. 

Señor Paco Gómez y secuaces tiralevitas, directivos de pacotilla y de chicha y nabo, ustedes son los únicos responsables de este acabose y continuose por aquel empezose en aquellos días de Julio y Agosto por los que Quirantes será recordado como el mayor depredador futbolístico en toda la corta historia futbolística de este querido FC Cartagena.

Efectivamente, el FC Cartagena ha dado la campanada, pero de dolor. Las campanas en Castilla, que yo las he oído, o tocan a gloria o tocan a muerte, hoy lo han hecho a muerte, a tormenta y a rebato; lo barruntaban desde que Miranda Torres hizo sonar el primer repiqueo para preparar la losa o la lápida. No estoy en condiciones de proponer el material con la que debe construirse, no sé ni quiero saber si deben elaborarla en marlo o en granito, pero váyanse preparando los canteros y hagan los sacerdotes ejercicios de imprecación para rezar o cantar el responso.

Siento tristeza por todos esos escasos cartageneristas que se han trasladado hasta Valladolid mostrando y enarbolando esos sentimientos, más cerca que nunca,  de la cáscara amarga, como dicen los castellanos, porque cada vez que compruebo que mi Cartagena está descendido se me ponen los ojos tan húmedos como cuando canto el himno a Cartagena, fundamentalmente en el estribillo. Ya saben, la patria es sagrada y con ella no valen bromas.

Me hubiera gustado poder narrarles que mi Cartagena, nuestro Cartagena, el FC Cartagena de todos hubiese sido, sino durante todo el partido, sí  a veces, como un soneto, aquí se entiende de esto, muy bien medido en el que todo rimara a la perfección, con sus 11 sílabas y con sus endecasílabos perfectos. No ha podido ser, habrá que conformarse con ser un… ¡Verso libre!
Real Valladolid CF 2  - FC Cartagena 1

Un verso libre con dos campanadas de dolor, eso ha sido el FC Cartagena que inventó con buena propuesta Abrahán Paz con su golazo y Miroslav Djukic dispuso cuando Kijera hizo un abrazado penalti para que Nauzet marcara. Dos jugadas, dos goles y unos cuantos minutos en los que parecía que el Efesé podía comerse el bollo castellano blanquivioleta. Ja. Un espejismo.
 
Fue asentarse el Real Valladolid y  Djukic hizo salir su jauría de dogos en el medio campo. En realidad salió uno: Jofre, con eso le bastó. Apareció, recorrió la medular pucelana, soltó una dentellada y el balón se coló junto al palo izquierdo de un Reina de corto brazo y mano blandita y toda la ilusión cartagenera se marchó por el sumidero del Pisuerga.

Termino y resumo: el partido ha sido para los de la ciudad de Cartagena un choque de aire gélido,  catastrófico, colérico,  un muro de lamentaciones amenazador que me ha hecho recordar lo que escribió Cristóbal Colón en situaciones marítimas parecidas: “La mar era tan alta y la gente estaba tan molida que deseaba la muerte para salir de tanto martirio”.

La locura apareció sobre el estadio de la pulmonía y éste enloqueció como si, de repente, hubiesen descubierto el zurrón de sus esencias. Sobre el nuevo Zorrilla aparecieron, como una borrasca explosiva, los escasos espectadores pucelanos como si fuesen los restos de Petra, esa que en días anteriores azotó la campiña castellana. Parecían embrujados o algo muchísimo peor. Eran los vallisoletanos, después de su segundo gol una ciclogénesis explosiva que ha arrancado de cuajo a los cartageneros esos resquicios de esperanza salvadora. Es cierto que el Efesé ha naufragado en la tempestad del nuevo Zorrilla.

Desde que el fútbol es fútbol siempre hubo en los estadios tempestades y estadios tempestuosos. No preocuparse, tras la tempestad llega la calma y, según cuenta Cela, esas galernas “darán después la oportunidad a los merodeadores de buscar dientes de oro y relojes de lujo pertenecientes a náufragos marineros”.

Hoy, que el FC Cartagena se ha asemejado, como dice el poeta, a un reloj de sol mal encarado, a una alquitara pensativa y a un elefante boca arriba, tiene vigencia, como nunca, aquel pasaje de Ray Bradbury, tan citado por los poetas y que parece destinado a los futbolistas del FC Cartagena: “¡Eh -gritó Will-, la gente corre como si ya hubiese llegado la tormenta!”. “¡Llegó -gritó Jim-, la tormenta somos nosotros!”. ¡Ay, ay, ay!

Pedro-Roberto J.P. En un “Rincón para Doce”. Dies 4/28: ante diem quartum Kalendas Maias. Nº 227
http://lamedusapaca.blogspot.com.

Campanada, pero de impotencia
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