jueves. 25.04.2024

Cartagena y China

Miguel Ángel Russo    Hace algunos lustros en la televisión argentina había un programa cómico cuya calidad dejaba siempre alguna enseñanza y en una virtual parábola de 12000 kms mi atrevimiento intentará relacionar el futbol cartagenero con una escena impagable, tan corta como tremendamente premonitoria y eficaz. Se reunían en una pequeña mesa...
Miguel Ángel Russo 
 
Hace algunos lustros en la televisión argentina había un programa cómico cuya calidad dejaba siempre alguna enseñanza y en una virtual parábola de 12000 kms mi atrevimiento intentará relacionar el futbol cartagenero con una escena impagable, tan corta como tremendamente premonitoria y eficaz.

Se reunían en una pequeña mesa cuadrada un norteamericano, un ruso y un chino. A la izquierda de la cámara el típico tío Sam con su sombrero galera de las barras y las estrellas, su barba entrecana a lo Lincoln, su frac y su pajarita a juego. Enfrente el ruso de gesto serio y adusto, sus grandes bigotes, de rojo por supuesto y su inseparable gorro de astrakán. Y frente a la cámara el chino, su kimono, trenza, su bigotito ralo y escaso,su sombrero de forma cónica y con alas redondas, y el gesto característico de tener las manos metidas, cada una dentro de las mangas contrarias.

La escena era absolutamente gestual y muda y no duraría más de un minuto en que el ruso y el americano no paraban de agredirse con gestos amenazantes propios de la época en que vivíamos en plena guerra fría entre estas dos potencias. El chino mientras tanto, tan inmóvil como impasible, solo movía los ojos de derecha a izquierda contemplando la discusión hasta que al final la cámara, en primer plano, enfocaba su cara que rompía en una sonrisa maliciosa, y sus manos también enfocadas, ya fuera de las mangas opuestas y reflegandoselas entre sí, como imaginando mientras estos dos gigantes se peleaban entre sí, a su país lleno de chinos como no podía ser de otra manera a un futuro de países lleno de China y por qué no decirlo, casi también de chinos.

Antes de la llegada del señor Belmonte en representación de una empresa o de sí mismo, no lo sé, y ni tiene por qué explicármelo, hubo una mesa de negociaciones donde ciertos cartageneros a cartageneros inciertosmencionaban, aunque para algunos menos inciertos que ciertos en la ayuda socorril verdadera o recurrente como en muchas épocas nefastasen este futbol que nos toca sufrir más que alegrarnos por él.

En esa mesa de negociaciones, además de la honestidad en la ayuda por la salvación, mientras se intercambiaban opciones al igual que en ese programa cómico de la televisión referenciado, estoy convencido que también, aunque virtuales, hubo chinos sentados a la mesa o sobrevolando y refregándose las manos como ese chino de Mallorca cual perro mordedor tirado en un rincón que se lame mansamente y que nos lame lamiéndose, como decía el gran Alfredo Zitarrosa, esperando el momento de morder como dice alguien mucho más pequeño y que al final suscribe. Como en el palco en estos dos últimos partidos en una elaboración casi gratuita por la necesidad de calor para el equipo, donde hubo mucha gente algunos casi chinos por el formato de sus ojos, achinados, escudriñantes, inquietos, buscando y encontrándose como diciendo aquí estoy!
 
Y para terminar vamos a aclarar para que no oscurezca. Es indudable que uno que no ha nacido en esta tierra no puede equipararse con los que sí lo han hecho, de querer lo mejor para el Cartagena desde el sentimiento, pero sí quererlo desde la honestidad y la profesionalidad de un deporte que además de mi familia y en el extenso recorrido por cuatro países, me dió muchas cosas que en parte me enseñaron a ser lo que soy. Aunque eso sí!!
No me enseñó a ser altruista y benefactor como algunos que no vienen a ganar dinero y que solo lo hacen para ayudar…

Ya está bien! , basta de chinos refregándose las manos. El aficionado está harto de estar harto como decía Serrat que decía el poeta, dejen entrar aire fresco si es que lo hay, y a usted señor Belmonte, la gente por lo que parece quiere darle los 100 días, para usted de prueba y para ello de esperanza, lo que no se por desinformación mía y nunca por sospecha, que usted quiera o pueda tomárselo.
En cualquier caso, mira a la gente a los ojos, no solamente porque así hacen los hombres, sino porque puede haber chinos rondando, rondándole con esos ojos achinados, escudriñantes, inquietos y buscadores, y que las manos fuera del kimono virtual estén estrechando las suyas solo para saber lo que llevan dentro.

Mientras tanto recurriremos a la última palabra de las oraciones de mi ex vecino Paco, el papa Francisco: amén. Y también Russo Angel y Miguel.

Postdata: lo de chinos es una parábola, su sabiduría, una realidad. 

Cartagena y China
El usuario es responsable de sus comentarios. Se compromete a que no difamen, insulten, contengan información falsa, abusiva, pornográfica, amenazadora, que dañe la imagen de terceras personas o que infrinja alguna ley.
Sportcartagena se reserva el derecho de eliminar los comentarios que considere inadecuados.
Comentarios