27 de agosto de 2010, 2:00
En España, en agosto, hace calor. Eso lo sabe hasta un niño de tres años. Hacer deporte con calor pone en peligro la salud de los deportistas (también es una obviedad). Pues parece que estas dos simples afirmaciones las pasaron por alto los dirigentes de la Liga de Fútbol ¿Profesional?, en un alarde de improvisación que, desgraciadamente, comienza a tener muchos precedentes.
Pero empecemos por el principio. Hubiera sido muy lógico programar el partido, desde el inicio, para una hora más tardía, teniéndose en cuenta la fecha del mismo. Como eso hubiera sido hacer bien el trabajo – como en la Premier League, donde se sabe fecha y hora de los partidos desde el mismo día en que se sortean, pero allí están a otro nivel, menuda diferencia – y la LFP no tiene por costumbre obrar así, aceptamos el cambio de horario, pero nunca debería cambiarse de fecha.
¿Por qué? Porque el fútbol es de los aficionados que se gastan el dinero en sus abonos y en las entradas, que organizan viajes para ver jugar a su equipo, que se mueven y que pelean más por el fútbol que los sesudos directivos de “La Liga”. Parece ser que nadie ha reparado en que quizás, tal vez, es probable que hubiera gente que haya pedido un par de días libres en el trabajo que ahora se tiene que comer, o que haya reservado algún hotel, o que haya organizado algún viaje en autobús para el estadio. Como decía antes, eso hubiera sido hacer bien las cosas, y la LFP no tiene por costumbre hacerlo así.
¿Ha tenido que venir la Junta de Andalucía para decirles que en agosto hace calor? ¿No han pensado en las personas que se han movido y que han pedido permisos para ir al partido? Quizá sea ese el problema, que no piensan en los aficionados, que son los que sostienen este invento. En esas manos está nuestro fútbol...
Pero empecemos por el principio. Hubiera sido muy lógico programar el partido, desde el inicio, para una hora más tardía, teniéndose en cuenta la fecha del mismo. Como eso hubiera sido hacer bien el trabajo – como en la Premier League, donde se sabe fecha y hora de los partidos desde el mismo día en que se sortean, pero allí están a otro nivel, menuda diferencia – y la LFP no tiene por costumbre obrar así, aceptamos el cambio de horario, pero nunca debería cambiarse de fecha.
¿Por qué? Porque el fútbol es de los aficionados que se gastan el dinero en sus abonos y en las entradas, que organizan viajes para ver jugar a su equipo, que se mueven y que pelean más por el fútbol que los sesudos directivos de “La Liga”. Parece ser que nadie ha reparado en que quizás, tal vez, es probable que hubiera gente que haya pedido un par de días libres en el trabajo que ahora se tiene que comer, o que haya reservado algún hotel, o que haya organizado algún viaje en autobús para el estadio. Como decía antes, eso hubiera sido hacer bien las cosas, y la LFP no tiene por costumbre hacerlo así.
¿Ha tenido que venir la Junta de Andalucía para decirles que en agosto hace calor? ¿No han pensado en las personas que se han movido y que han pedido permisos para ir al partido? Quizá sea ese el problema, que no piensan en los aficionados, que son los que sostienen este invento. En esas manos está nuestro fútbol...
