11 de abril de 2012, 20:39
El Comité de competición tiene el molde ya hecho y apenas es preciso cambiar una coma para redactar un texto modelo que va como anillo al dedo del proceder de este tipo de árbitros cuando tienen ilimitada carta blanca para poder justificar lo injustificable.
{sumario:El blindaje de Pino Zamorano ante la desfachatez no tiene límite :sumario}Ya me extrañaba a mí que resplandeciese la justicia en el ‘caso’ Pino Zamorano y el partido de 59 minutos que mal dirigió el sábado 7 de abril en Cartagena diese lugar a que, con todos los datos sobre la mesa, se supiese quién es el malo y quién es el bueno. Aquí el bueno siempre es el árbitro. Su blindaje ante el abuso y la desfachatez no tiene límite.
Ya me extrañaba a mí, pobre de mí, que se abriese una investigación a fondo, pero de verdad, para llegar hasta el final del asunto.
Ya me extrañaba a mí que el cuarto árbitro sirviese para algo en un partido de fútbol, si no es para levantar la tablilla en los partidos y fijarse si el entrenador de turno pisa la raya de cal o no la pisa.
{sumario:Siguen desdeñando las nuevas tecnologías para controlar lo que ocurre en un estadio:sumario}Ya me extrañaba a mí que los regidores del fútbol (FIFA, UEFA…) sigan desdeñando aplicar la nueva tecnología para controlar debidamente y de forma casi infalible lo que sucede en un estadio. La palabra del árbitro es la ley.
Ya me extrañaba a mí que un equipo modesto en España, como el Cartagena, fuese tratado como uno de los grandes o de los medianos cuando entra en juego la decisión de la Real Federación Española de Fútbol.
{sumario:Si vuelve Pino Zamorano para los 31 minutos hay riesgo de cierre de campo:sumario}Por todo lo cual, sospecho, digo y vaticino que si los 31 minutos pendientes de jugar del Cartagena-Celta tienen que ser juzgados por Pino Zamorano, existe un alto porcentaje de que, además de que evidentemente pierda el equipo que tiene que perder, le cierren al club local el estadio por un encuentro porque, visto lo visto, un nuevo avión de papel o un cacahuete o una hoja de árbol o una moscarda, con el partido a puerta cerrada, le puede dar a Pino Zamorano en la cabeza y abrirle una brecha como dicen que le ocurrió a su amigo Escribano.
Y si no es cierto, siempre está la inventiva y la firma del intocable en el acta arbitral.
El que manda, manda. Y no se hable más.
{sumario:El blindaje de Pino Zamorano ante la desfachatez no tiene límite :sumario}Ya me extrañaba a mí que resplandeciese la justicia en el ‘caso’ Pino Zamorano y el partido de 59 minutos que mal dirigió el sábado 7 de abril en Cartagena diese lugar a que, con todos los datos sobre la mesa, se supiese quién es el malo y quién es el bueno. Aquí el bueno siempre es el árbitro. Su blindaje ante el abuso y la desfachatez no tiene límite.
Ya me extrañaba a mí, pobre de mí, que se abriese una investigación a fondo, pero de verdad, para llegar hasta el final del asunto.
Ya me extrañaba a mí que el cuarto árbitro sirviese para algo en un partido de fútbol, si no es para levantar la tablilla en los partidos y fijarse si el entrenador de turno pisa la raya de cal o no la pisa.
{sumario:Siguen desdeñando las nuevas tecnologías para controlar lo que ocurre en un estadio:sumario}Ya me extrañaba a mí que los regidores del fútbol (FIFA, UEFA…) sigan desdeñando aplicar la nueva tecnología para controlar debidamente y de forma casi infalible lo que sucede en un estadio. La palabra del árbitro es la ley.
Ya me extrañaba a mí que un equipo modesto en España, como el Cartagena, fuese tratado como uno de los grandes o de los medianos cuando entra en juego la decisión de la Real Federación Española de Fútbol.
{sumario:Si vuelve Pino Zamorano para los 31 minutos hay riesgo de cierre de campo:sumario}Por todo lo cual, sospecho, digo y vaticino que si los 31 minutos pendientes de jugar del Cartagena-Celta tienen que ser juzgados por Pino Zamorano, existe un alto porcentaje de que, además de que evidentemente pierda el equipo que tiene que perder, le cierren al club local el estadio por un encuentro porque, visto lo visto, un nuevo avión de papel o un cacahuete o una hoja de árbol o una moscarda, con el partido a puerta cerrada, le puede dar a Pino Zamorano en la cabeza y abrirle una brecha como dicen que le ocurrió a su amigo Escribano.
Y si no es cierto, siempre está la inventiva y la firma del intocable en el acta arbitral.
El que manda, manda. Y no se hable más.
