5 de septiembre de 2011, 20:35
La eliminatoria de Copa del Rey a partido único con el Numancia llega este miércoles con el panorama tiznao para un Cartagena que ha acumulado desaciertos e infortunios, errores en cantidades industriales en muy poco espacio de tiempo. Dos derrotas y la forma en la que llegaron han tirado el ego y la autoestima por los suelos.
La afición, acostumbrada a mejores jornadas en las ligas anteriores, terminó soliviantada, defraudada, desconcertada y al borde de un ataque de nervios. Yo diría que se rebasó ese borde y en algunos casos un sector recriminó a sus propios jugadores. La inesperada derrota, por la forma, siembra dudas y resta credibilidad al equipo albinegro. Acentúa el tono de las críticas en desahogo normal.
Tan mal, tan rematadamente mal jugó el Cartagena ante los fabricantes de fútbol de La Masía, que pienso que difícilmente podrá hacerlo peor. La plantilla es infinitamente superior a la imagen ofrecida ante el Barcelona B, gran rival que se aprovechó de las circunstancias y goleó. Los azulgrana llegaban escocidos por el fracaso inicial ante el Villarreal B y ahora es el cuadro de Paco López el que tiene escoceduras hasta en las orejas.
La situación, peligrosa y deleznable, tiene que ser revertida de inmediato y la oportunidad se plantea este miércoles 7 ante el Numancia en una jornada que debe representar el revulsivo vital. Creo que Paco López no tiene varita mágica, pero la fórmula es muy sencilla a partir de que la afición tendría que estar en su papel y, de entrada, ovacionar a su equipo. La primera inyección de moral, en espera de la respuesta de los jugadores que tienen que dar de sí mucho más de lo que han dado hasta la fecha, porque es que saben jugar. Pero en un clima de serenidad y sintiéndose respaldados deben demostrarlo.
El que quiera lanzar piedras sobre su propio tejado ya sabe a lo que se expone.
La afición, acostumbrada a mejores jornadas en las ligas anteriores, terminó soliviantada, defraudada, desconcertada y al borde de un ataque de nervios. Yo diría que se rebasó ese borde y en algunos casos un sector recriminó a sus propios jugadores. La inesperada derrota, por la forma, siembra dudas y resta credibilidad al equipo albinegro. Acentúa el tono de las críticas en desahogo normal.
Tan mal, tan rematadamente mal jugó el Cartagena ante los fabricantes de fútbol de La Masía, que pienso que difícilmente podrá hacerlo peor. La plantilla es infinitamente superior a la imagen ofrecida ante el Barcelona B, gran rival que se aprovechó de las circunstancias y goleó. Los azulgrana llegaban escocidos por el fracaso inicial ante el Villarreal B y ahora es el cuadro de Paco López el que tiene escoceduras hasta en las orejas.
La situación, peligrosa y deleznable, tiene que ser revertida de inmediato y la oportunidad se plantea este miércoles 7 ante el Numancia en una jornada que debe representar el revulsivo vital. Creo que Paco López no tiene varita mágica, pero la fórmula es muy sencilla a partir de que la afición tendría que estar en su papel y, de entrada, ovacionar a su equipo. La primera inyección de moral, en espera de la respuesta de los jugadores que tienen que dar de sí mucho más de lo que han dado hasta la fecha, porque es que saben jugar. Pero en un clima de serenidad y sintiéndose respaldados deben demostrarlo.
El que quiera lanzar piedras sobre su propio tejado ya sabe a lo que se expone.
