Un artículo de opinión de CARLOS SÁNCHEZ (@charlidsg)
Todas las pretemporadas hay un amistoso de estas características: feo, bronco, duro y, por momentos, rozando y traspasando el límite. Que un 'bolo' veraniego acabe con tres expulsiones habla por sí mismo. Y gracias, porque durante la primera mitad del encuentro ante el Ciudad de Murcia hubo instantes en los que se presagiaba que aquello se le iba a ir de las manos al árbitro y a los dos equipos. Demasiado tumulto.
Las causas, variadas. Desde la intensidad mostrada por los dos equipos desde el inicio del partido, lo cual fue un factor propiciador de choques, hasta las excesivas revoluciones del técnico del Ciudad, Gustavo Cantabella, que lo protestaba todo con demasiada vehemencia. Incluso Víctor tuvo que pedir al árbitro en varias ocasiones que lo retirara, ya que llegaba hasta delante del banquillo cartagenerista.
También el césped ayudó a que el partido se afeara. La pelota no rodaba bien e iba dando saltos. Imposible de controlarla en condiciones, por lo que siempre se quedaba dividida e invitaba a pugnar por ella. Muchos de los roces y piques entre futbolistas venían de disputar con dureza un balón que se quedaba dividido tras un control defectuoso. El terreno de juego invitaba a la lucha.
Pero lo positivo fue que el equipo de Víctor sacó carácter, en dos vertientes. La primera, carácter suficiente como para seguir con su estilo de juego, sacando la pelota jugada desde atrás, a pesar de que las condiciones del terreno de juego invitaban a quitarte de encima el balón a las primeras de cambios para no asumir riesgos. Y carácter para no temer que el partido fuera al límite, asomarse al abismo y, aún así, no arrugarse. Ningún jugador se escondió, ninguno rehuyó la 'pelea'.
Este carácter en Segunda B da puntos, pero hubiera sido mejor no tener que verlo en un amistoso. Al final salió todo relativamente bien y se puede seguir la preparación sin sobresaltos.
