En las dos últimas rondas de la competición el Cartagena ha sido capaz de sumar 8 goles y seis puntos. Lo que demuestra que los nervios le condujeron a actuaciones inconcebibles y a marcadores que le han empujado a la caída sin contemplaciones en Segunda B. En el Colombino no hubo nervios, parece ser, y con la tranquilidad de tenerlo todo hecho llegó la tercera victoria fuera de casa.
Para sostenerse en la Liga Adelante habría necesitado el equipo de Carlos Ríos, que volvió al escenario de sus éxitos con el Recre, dos o tres triunfos más. Los pudo conseguir pero se escaparon por negligencia e incapacidad en partidos que parecían potables. Aquí y ahora no tengo intención de atormentar más a los lectores que continúan obsesionados con aquellos desastrosos partidos ante Guadalajara, Nàstic y Girona, y aquel 2-2 en Alcoy que debió ser una victoria con un limpio 0-2 en el marcador de El Collao.
Ahora procede mirar el futuro inmediato y aguardar el desarrollo de la agenda del FC Cartagena en el aspecto burocrático y normal de cualquier club con buena predisposición: las bajas que se tengan que dar, con criterio de responsables en este cometido, y el arranque de la siempre compleja etapa de las nuevas contrataciones, con el alta del nuevo entrenador.
Arranca un ciclo nuevo y el 1-2 en Huelva será mejor dejarlo en la orilla como una anécdota
que sirve para que los que temían una despedida como el rosario de la Aurora puedan reconocer que al menos se ha descendido con dignidad, con estas dos victorias finales y con alardes goleadores. Es un mal consuelo, pero es que no hay otro.
