5 de agosto de 2015, 13:56
GUILLERMO JIMÉNEZ
«Una de las soluciones al problema del fútbol en Cartagena es cuidar más la cantera”. Releo una entrevista que le hice a Luis Vitaller hace ocho años para La Verdad y reconozco que el exjugador maño (y después entrenador, con debut en el equipo de Repsol) que nos acaba de dejar ya remarcaba entonces uno de los pozos ciegos donde quedan ancladas desde casi siempre las iniciativas de progreso de las bases del fútbol. En este aspecto el territorio ícue se ha convertido en las antípodas del Villarreal, el paraíso de la fabricación de jugadores desde que la entidad azulejera le mojó la oreja a los grandes. Fernando Roig y Llaneza, los motores del proyecto del submarino amarillo, sabían lo que hacían. Hasta ser hoy envidiados.
La factoría cartagenera del balón –hay materia prima, hay buenos educadores, gente competente- sigue enviando por Seur productos al exterior porque los chicos tienen derecho a progresar: Hicham (Almería), Juan Antonio (FC Barcelona), por citar dos botones, y la mayoría de clubes le ponen los cuernos al FC Cartagena, al que tanto cariño profesan, y tienen suscritos acuerdos de colaboración con entidades como At. Madrid, Valencia, Real Madrid, Elche, el propio Villarreal por cuatro perras, supongo con promesas añadidas de meter la cuchara en la tarta si el jugador sale un Cristiano Ronaldo. En unos tiempos en que cualquier chavalín de 10 años que le pueda pegar de rosca a la pelota saca pecho y dice ufano que ya tiene representante, si no es el propio padre, el tío o el abuelo.Los propios intereses hay que defenderlos bien desde el biberón.
Lo que me dijo mi amigo Vitaller, gran persona, lo han dicho como disco de repetición muchos expertos del fútbol refiriéndose al FC Cartagena y su política de cantera. Paco Jémez, Pacheta, adalides de mimar al personal joven con gestos y palabras, No ha habido en realidad una política consistente, con buenas raíces, duradera, constante, organizada y productiva. La guerra la han hecho por su cuenta los equipos, las Escuela de Fútbol. El acercamiento no ha dejado de ser una declaración de intenciones, flor de un día. Pero nada más. No debe de ser sencillo aunar voluntades si se renuncia a formar infraestructuras. Sporto mintió como tantos otros en este campo. En este área también pasó olímpicamente Paco Gómez, aunque una campaña fue generoso y regaló camisetas a diestro y siniestro en el fútbol base; y también pasó de manera olímpica como el vicealcalde José Cabezos,al que Barreiro dejó de parachoques sin que apenas resolviese nada. Nunca hubo terrenos localizados, disponibles, para una iniciativa de ese calado: crear infraestructuras. Porque lo del Palacio de Deportes es otra cosa, un capítulo que sigue coleando y esclarecerlo durará lo que duran los Eres en Andalucía o la trama Gurtel, En China la Muralla creo que la acabaron antes,
En la etapa de Florentino Manzano, en 1999, el año del Cordobazo, a Ramón Luis Valcárcel se le puso de repente la nariz erecta como a Pinocho cuando ante la prensa de Cartagena, a pie de campo,en una visita preelectoral en el Cartagonova declaró en rueda de prensa y ante Pilar Barreiro la construcción de una Ciudad Deportiva. Papel mojado dieciséis años después. Hemerotecas hay que no me dejarán por mentiroso.
Extrapolando el tema al día de hoy ignoro si Deseado Flores y Paco Belmonte, dos tipos echaos palante en el puente de mando del FC Cartagena tras las últimas pesadillas, se meterán en berenjenales de dar un giro total a la cantera al abrigo de que el agua del cántaro municipal puede estar ahora más potable para nuevas iniciativas. Estas cosas no se pueden hacer en dos meses cuando hay mil gestiones por medio y el concurso de acreedores. Pero ellos trabajan desde una pretendida estabilidad que no ha existido en el caos de Sporto.
Así que estoy de acuerdo con Luis Vitaller y con muchos otros que piensan como él: hay que atender a la cantera. Pero que sea de verdad y se haga sin rubor una exacta copia japonesa de cómo hacen infraestructuras del fútbol en Villarreal, ya no en Bilbao, que eso sería ya lo más.
