26 de mayo de 2011, 2:00
Si echamos la vista atrás, nadie podía pensar que dos temporadas después estaríamos hablando de pelear por estar en Primera División. Con estas dos exitosas temporadas, el club ha dado pasos de gigantes para en un futuro próximo estar en la máxima división nacional. A pesar del gran rendimiento deportivo, la institución sigue teniendo carestías en el organigrama que al final siempre repercuten en el ambiente. La falta de un nexo entre la plantilla y cuerpo técnico con la directiva o el hecho de no tener un portavoz institucional son circunstancias que ayudan a enrarecer el ambiente.
Viendo vídeos de aquel histórico ascenso, sigo pensando lo que pensaba hace un año cuando estábamos, con todas las opciones intactas, peleando por estar en Primera División: No somos conscientes de lo que tenemos. Lo decía Iñaki Alonso el pasado lunes tras la polémica victoria ante el Girona. Esta temporada ha sido más exitosa que la anterior por las dificultades con las que se afrontaba desde el comienzo: las ilusiones no eran las mismas que cuando se ascendió; el listón estaba muy alto tras una temporada, en cuanto a juego y resultados, espectacular. Por tanto, era más fácil que la sensación de desilusión se instalara en el entorno del club.
Es cierto que ha habido muchos fallos, tanto del cuerpo técnico como de la dirección deportiva, que han lastrado al equipo. Sin embargo, en Cartagena hemos hecho de lo extraordinario lo normal, algo que es nocivo para cualquier equipo. La idea de juego que ha intentado practicar el equipo en estos dos años es algo inusual en una categoría como la Segunda División, donde las diferencias entre los equipos son mínimas, y muchos partidos se deciden por detalles. Numerosos ejemplos, como el Elche, demuestran que hacen falta muchos años para colarse entre los aspirantes a conseguir el ascenso de categoría. Ese trabajo en Cartagena se ha logrado en dos años.
Ahora se inicia un nuevo proyecto del que habrá que esperar cual puede ser su rendimiento. Hay que tener paciencia y darle un margen de confianza hasta que empiece a funcionar. No hay que perderle el respeto a los tiempos. Espero y confío en que la afición de Cartagena despida este domingo como se merece a un proyecto que nos ha dado las mayores alegrías futbolísticas de nuestra historia reciente. Disfrutemos el momento.
Viendo vídeos de aquel histórico ascenso, sigo pensando lo que pensaba hace un año cuando estábamos, con todas las opciones intactas, peleando por estar en Primera División: No somos conscientes de lo que tenemos. Lo decía Iñaki Alonso el pasado lunes tras la polémica victoria ante el Girona. Esta temporada ha sido más exitosa que la anterior por las dificultades con las que se afrontaba desde el comienzo: las ilusiones no eran las mismas que cuando se ascendió; el listón estaba muy alto tras una temporada, en cuanto a juego y resultados, espectacular. Por tanto, era más fácil que la sensación de desilusión se instalara en el entorno del club.
Es cierto que ha habido muchos fallos, tanto del cuerpo técnico como de la dirección deportiva, que han lastrado al equipo. Sin embargo, en Cartagena hemos hecho de lo extraordinario lo normal, algo que es nocivo para cualquier equipo. La idea de juego que ha intentado practicar el equipo en estos dos años es algo inusual en una categoría como la Segunda División, donde las diferencias entre los equipos son mínimas, y muchos partidos se deciden por detalles. Numerosos ejemplos, como el Elche, demuestran que hacen falta muchos años para colarse entre los aspirantes a conseguir el ascenso de categoría. Ese trabajo en Cartagena se ha logrado en dos años.
Ahora se inicia un nuevo proyecto del que habrá que esperar cual puede ser su rendimiento. Hay que tener paciencia y darle un margen de confianza hasta que empiece a funcionar. No hay que perderle el respeto a los tiempos. Espero y confío en que la afición de Cartagena despida este domingo como se merece a un proyecto que nos ha dado las mayores alegrías futbolísticas de nuestra historia reciente. Disfrutemos el momento.
