5 de julio de 2010, 2:00
Vaya por delante que es cierto que la comparativa con otros clubes sigue siendo tremendamente positiva, o que, desde luego, no podemos echar en cara al presidente y su junta que busquen financiación por la única vía que depende directamente de sus decisiones (otras, como ampliación de aforo, subvenciones, patrocinios…etc, están limitadas en su gran mayoría y sometidas en otros casos prácticamente al puro azar).
Pero hete aquí, en los albores del mes de julio, que lo que ha acabado sucediendo es que el aficionado medio, aún ilusionado por la temporada pasada y en proceso de calentamiento para la nueva que estar por llegar, ha recibido un jarro de agua fría que lejos de refrescar, ha terminado congelando en muchos casos ese proceso.
Todos sabíamos que habría subida de precios, pero personalmente contaba con un 20% ó 30% respecto del abono anterior. Obviamente no ha sido así y finalmente el aumento será en el más benévolo de los casos de un 50% respecto del abono de 2.009-2010.
El Cartagena no deja de ser una sociedad mercantil deportiva y como tal tiene plena independencia para guiarse por las directrices que marque su junta directiva sin atender a más presiones que las que esté dispuesta a escuchar. Pero este negocio del fútbol depende directamente de que el seguidor apoye desde el campo, todos aquellos que se queden en casa no supondrán beneficio alguno para el club.
Nos encontramos en la época de las “marcas blancas”, de los productos “discount”… por esa vía es por donde las empresas están encontrando un filón y hacia donde apuntan todo su marketing. Sin embargo, nuestro Cartagena pide un esfuerzo económico en el peor momento.
¿Con una subida de un 20% las gradas estarían más pobladas y los ingresos –por número de carnets expedidos- igualarían a los que se prevén con este aumento de precios? Me da a mí que sí. El caso es que, por mi parte, ya llevo dos días intentando convencer a varios de “los míos” para que renueven y no me dejen solo en la grada, pero he de reconocer que sus argumentos, en muchos casos, son más poderosos que los míos.
Pero hete aquí, en los albores del mes de julio, que lo que ha acabado sucediendo es que el aficionado medio, aún ilusionado por la temporada pasada y en proceso de calentamiento para la nueva que estar por llegar, ha recibido un jarro de agua fría que lejos de refrescar, ha terminado congelando en muchos casos ese proceso.
Todos sabíamos que habría subida de precios, pero personalmente contaba con un 20% ó 30% respecto del abono anterior. Obviamente no ha sido así y finalmente el aumento será en el más benévolo de los casos de un 50% respecto del abono de 2.009-2010.
El Cartagena no deja de ser una sociedad mercantil deportiva y como tal tiene plena independencia para guiarse por las directrices que marque su junta directiva sin atender a más presiones que las que esté dispuesta a escuchar. Pero este negocio del fútbol depende directamente de que el seguidor apoye desde el campo, todos aquellos que se queden en casa no supondrán beneficio alguno para el club.
Nos encontramos en la época de las “marcas blancas”, de los productos “discount”… por esa vía es por donde las empresas están encontrando un filón y hacia donde apuntan todo su marketing. Sin embargo, nuestro Cartagena pide un esfuerzo económico en el peor momento.
¿Con una subida de un 20% las gradas estarían más pobladas y los ingresos –por número de carnets expedidos- igualarían a los que se prevén con este aumento de precios? Me da a mí que sí. El caso es que, por mi parte, ya llevo dos días intentando convencer a varios de “los míos” para que renueven y no me dejen solo en la grada, pero he de reconocer que sus argumentos, en muchos casos, son más poderosos que los míos.
