19 de junio de 2011, 15:48
Salió mal de Cartagena pero se ha hecho eterno en Granada. Más grande y más eterno que Boadil, el último rey de Granada.
No habrá nadie en Granada a partir de ahora que Fabri ‘El Grande’. Boabdil El Chico, el último rey de Granada, no le va a llegar ni a la altura de los zapatos a este lucense de pelo blanco que salió casi a escondidas un día gris de febrero del Cartagonova y ahora muy bien podría ocupar la estatua que corona la granadina Plaza de las Batallas.
Fabri ha llevado al Granada a lo más grande, la Liga de las Estrellas, un viaje galáctico que apenas ha durado un año, desde el pozo de la Segunda B hasta el firmamento de los Messi, Ronaldo, Casillas, Villa y compañía. El otrora técnico del Cartagena, el mismo que comía en el más puro anonimato en un bar modesto de la calle 18 con un menú de 9 euros,tiene unos cuantos días por delante para hartarse de caviar iraní en los mejores restaurantes de Granada.
Ha hecho lo que sólo otros cinco equipos habían hecho en España a lo largo de la historia: ponerse un cohete en sálvese la parte y llegar en un santiamén a Primera Divisiòn con solamente parada de un año en Segunda. ¡Toma ya¡ Apoteósico.
Un día, mientras comíamos juntos, me decía Fabri que soñaba con una cosa parecida a la que está viviendo en estos momentos de gloria. Quiso hacerlo en el Cartagena pero no le dejaron. Entre su amigo Paco Gómez, el director deportivo de entonces David Buitrago y los anti-fabristas que teníamos y que, me imagino, aún seguiremos teniendo por Cartagena, el presidente lo puso en la calle después de haber ganado su último partido al At. Madrid B que jugaba aquel domingo con De Gea en la portería y unos cuantos más que ya están en Primera. Fabri se fue y lo pasó mal durante un año, hasta que Quique Pina lo recuperó, afortunadamente, para el fútbol.
Hoy, Fabri, es más grande aún que Boabdil y los Reyes Católicos juntos. Como se descuiden le colocan un busto suyo en el Patio de los Leones porque ha hecho lo que pocos, muy pocos han logrado. Un premio a su dilatada carrera de lo que yo, personalmente, me alegro y mucho, porque se lo merece.
A sus 56 años ha logrado la gesta de su vida: ascender de nuevo al Granada a Primera División. Habrá muchos sitios en España que se alegrarán por ello, uno de ellos en Cartagena. El director deportivo nazarí, el cartagenero Juan Carlos Cordero, acertó de lleno. Puso el ojo y la bala en Fabri. Acertó. Me alegro por todos ellos, también por Quique Pina. Pero muy especialmente por Fabri, un tipo con carácter, con el que he discutido a grito pelado y al que lo he defendido después a capa y espada.
Fabri ya es más grande que Abū ʿAbd Allāh Muḥammad ibn Alī (أبو عبد الله محمد ابن علي), Boabdil El Chico.
No habrá nadie en Granada a partir de ahora que Fabri ‘El Grande’. Boabdil El Chico, el último rey de Granada, no le va a llegar ni a la altura de los zapatos a este lucense de pelo blanco que salió casi a escondidas un día gris de febrero del Cartagonova y ahora muy bien podría ocupar la estatua que corona la granadina Plaza de las Batallas.
Fabri ha llevado al Granada a lo más grande, la Liga de las Estrellas, un viaje galáctico que apenas ha durado un año, desde el pozo de la Segunda B hasta el firmamento de los Messi, Ronaldo, Casillas, Villa y compañía. El otrora técnico del Cartagena, el mismo que comía en el más puro anonimato en un bar modesto de la calle 18 con un menú de 9 euros,tiene unos cuantos días por delante para hartarse de caviar iraní en los mejores restaurantes de Granada.
Ha hecho lo que sólo otros cinco equipos habían hecho en España a lo largo de la historia: ponerse un cohete en sálvese la parte y llegar en un santiamén a Primera Divisiòn con solamente parada de un año en Segunda. ¡Toma ya¡ Apoteósico.
Un día, mientras comíamos juntos, me decía Fabri que soñaba con una cosa parecida a la que está viviendo en estos momentos de gloria. Quiso hacerlo en el Cartagena pero no le dejaron. Entre su amigo Paco Gómez, el director deportivo de entonces David Buitrago y los anti-fabristas que teníamos y que, me imagino, aún seguiremos teniendo por Cartagena, el presidente lo puso en la calle después de haber ganado su último partido al At. Madrid B que jugaba aquel domingo con De Gea en la portería y unos cuantos más que ya están en Primera. Fabri se fue y lo pasó mal durante un año, hasta que Quique Pina lo recuperó, afortunadamente, para el fútbol.
Hoy, Fabri, es más grande aún que Boabdil y los Reyes Católicos juntos. Como se descuiden le colocan un busto suyo en el Patio de los Leones porque ha hecho lo que pocos, muy pocos han logrado. Un premio a su dilatada carrera de lo que yo, personalmente, me alegro y mucho, porque se lo merece.
A sus 56 años ha logrado la gesta de su vida: ascender de nuevo al Granada a Primera División. Habrá muchos sitios en España que se alegrarán por ello, uno de ellos en Cartagena. El director deportivo nazarí, el cartagenero Juan Carlos Cordero, acertó de lleno. Puso el ojo y la bala en Fabri. Acertó. Me alegro por todos ellos, también por Quique Pina. Pero muy especialmente por Fabri, un tipo con carácter, con el que he discutido a grito pelado y al que lo he defendido después a capa y espada.
Fabri ya es más grande que Abū ʿAbd Allāh Muḥammad ibn Alī (أبو عبد الله محمد ابن علي), Boabdil El Chico.
